Elecciones en la CGT: Daer y Gerardo Martínez en formato odio total y preocupados por seducir a Moyano

Nueva CGT: los dos sectores que pelean por la conducción buscan seducir a Hugo Moyano.
A semanas de la definición de nuevas autoridades en la CGT, hay dos grupos cada vez más antagónicos y hasta se habla de «traición».
Las diferencias son varias y cada vez más profundas. Pero ahora tienen algo en común: los dos sectores sindicales que pelean por la conducción de la CGT buscan seducir a Hugo Moyano para tenerlo como aliado y así sumar más fuerza.
Esta semana, tanto los dirigentes que apoyan a Cristian Jerónimo, como la alianza de los Gordos y el barrionuevismo, se reunirán con el líder de Camioneros.
La corriente que promueve la llegada al triunvirato de Jerónimo (empleados del vidrio), y que está liderada por Gerardo Martínez (UOCRA) y Andrés Rodríguez (UPCN), tiene programado para este miércoles el encuentro con Moyano. Y si bien la otra cumbre, con el sector de Héctor Daer, no tiene día confirmado, es un hecho que a más tardar este viernes se llevaría a cabo el contacto.
El líder de Camioneros conduce un gremio de 190 mil afiliados, que aporta un número significativo de delegados al Congreso de la CGT. Por eso su apoyo a cualquiera de las dos fracciones podría ser determinante.
Ambos sectores son optimistas en lograr el apoyo del titular de Camioneros, aunque por ahora él sólo impulsa la continuidad de Octavio Argüello, dirigente de confianza de su gremio, en el triunvirato que será elegido en el Congreso del 5 de noviembre en el estadio de Obras Sanitarias.
Gritos y traiciones
Lo que está claro es que la disputa interna alcanzó un punto máximo de tensión, y en el centro de la controversia se encuentra Jerónimo, cuyo posible ingreso al triunvirato desató enfrentamientos abiertos entre líderes históricos.
El miércoles pasado, por ejemplo, durante una reunión en la sede de UPCN, siete referentes de la CGT debatieron acaloradamente el futuro de la central. Allí, Héctor Daer (Sanidad) y Gerardo Martínez, hasta hace poco aliados, protagonizaron una discusión a los gritos que evidenció la fragilidad de la alianza mayoritaria que sostuvo la conducción sindical durante décadas.
El detonante fue la campaña impulsada por Martínez y Rodríguez para posicionar a Jerónimo como representante de la renovación generacional en la cúpula de la CGT. Frente a esta iniciativa, un grupo opositor consolidó su rechazo en una reunión que se hizo al día siguiente en Sanidad.
Este bloque, integrado por los Gordos -Daer y Armando Cavalieri (Comercio)-, junto a Rodolfo Daer (Alimentación), Luis Barrionuevo (gastronómicos) y Roberto Fernández (UTA), cuestiona la candidatura de Jerónimo por considerar que proviene de un “sindicato chico” con apenas 16.000 afiliados y por su pasado cercano a Pablo Moyano.
En pos de romper la estrategia de Martínez, este grupo incluso estaría dispuesto a impulsar la vuelta al tradicional modelo de un solo secretario general en lugar del triunvirato, algo que es considerado definitivamente una «traición» -o lo que sea que signifique esa palabra en estos ámbitos- por el hombre de la UOCRA y el de UPCN.
La discusión final: cuál será el perfil de la CGT
En el trasfondo de la disputa, los detractores de Jerónimo sospechan que su eventual ascenso respondería a una estrategia de Martínez para imprimir un perfil aún más dialoguista a la nueva CGT, alineado con el Gobierno y el empresariado. No obstante, el grupo que respalda a Jerónimo incluye también a dirigentes del ala dura como Juan Pablo Brey (Aeronavegantes).
La rivalidad entre Daer y Martínez se profundizó en los últimos seis meses, con posturas cada vez más opuestas respecto al gobierno de Javier Milei. Mientras Daer, tras haber integrado el sector más negociador, endureció su posición, Martínez se muestra proclive al diálogo y representa a la CGT en el Consejo de Mayo.
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Para Daer y sus aliados, el verdadero problema no es Jerónimo en sí, sino la posibilidad de que la CGT quede bajo la influencia de Martínez y, por extensión, del Gobierno.
Lo cierto es que los líderes con mayor peso en la central no parecen dispuestos a ceder protagonismo en la nueva etapa que se abrirá tras el Congreso. Ambos bloques acumulan años de control sobre la política cegetista y buscan asegurar que la estrategia futura de la CGT responda a sus propios objetivos políticos.
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