07 de Septiembre
de 2024
Informes Especiales.

«Con la inteligencia artificial, todos vamos a ganar un poco menos»

21. 07. 2024

El especialista económico Eduardo Levy Yeyati analizó el futuro del trabajo con la inteligencia artificial. Las claves de su análisis.

La inteligencia artificial avanza a pasos agigantados y amenaza, cada vez más, con quitarle el empleo a todos los trabajadores. Las empresas ya utilizan la IA y no para aligerar tareas: los despidos o retiros voluntarios son moneda corriente en el mercado laboral.

Ante este panorama, el economista Eduardo Levy Yeyati publicó un libro titulado Vida y Trabajo con Inteligencia Artificial”, con el tema a lo que el escritor llama “La Cuarta Revolución Industrial”.

Levy fue claro ante esta panorama: “Aquellos que piensan que se van a crear tantos trabajos como los que se van a destruir están mirando por el espejo retrovisor –advierte–. La historia no avanza de manera circular o lineal. Ha ido desplazando al hombre en las tareas musculares, luego en las tareas cerebrales rutinarias y ahora está sustituyéndolo en tareas más sofisticadas y calificadas».

«La inteligencia artifical finalmente reemplaza a la inteligencia -agrega-. Entonces no es que van a aparecer otros tipos de capacidades que nosotros no sabíamos que teníamos, pero que vamos a usar para los nuevos trabajos. No. La IA, a nivel técnico, va a poder reemplazar la inmensa mayoría de las tareas que nosotros desarrollamos en lo que hoy consideramos trabajo”.

En ese sentido, el ingeniero hizo una comparación con algo que también está castigando al mundo entero, el cambio climático: “El cambio climático es reversible y la reversión se llama mitigación. Pero estamos llegando muy tarde a la mitigación y entonces, cada vez más, nos estamos ocupando de la adaptación, a vivir con el cambio climático».

En cambio, señaló que «el cambio tecnológico no es reversible. Uno podría destruir las tecnologías como los luditas destruyeron las máquinas, pero eso es muy improbable”.

Con la inteligencia artificial «no hay adónde huir»

Una de las consultas que recibió también Levy fue sobre cuanto puede demorar la adaptación del ser humano a este nuevo fenómeno que parece no tener fin: “Hay que hacer una distinción entre la transición y el escenario final. Porque al final del día, si no hay alguna traba que es difícil de concebir ahora, casi todos, sino todos los trabajos, van a poder ser potencialmente sustituidos».

«Entonces -consideró- no hay adónde huir, por lo menos no en términos tecnológicos».

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«En la transición uno tiene que adaptar la educación, el tipo de contenidos y de competencias que le transmite al estudiante o al actual trabajador, si se quiere reentrenar, de modo de ser cada vez más complementarios a una tecnología que va a ir ocupando cada vez más casilleros dentro del organigrama laboral», dijo el economista.

«Una obviedad en la que insistimos es que los ‘trabajos del futuro’ de hace 20 años son los del presente. El programador es un trabajador del presente. Hoy los trabajos del futuro, es decir, los que habrá dentro de 20 años, no tendrán nada que ver con los anteriores”, describió.

inteligencia artificial, Eduardo Levy Yeyati
Eduardo Levy Yeyati analizó los efectos futuros de la inteligencia artificial en el mercado laboral.

En su libro, Yeyati dice que la inteligencia artificial produce un efecto “Robin Hood” y explica sus motivos: “Es un efecto igualador paradojal. ¿Por qué? La IA reemplaza la calificación. Entonces, ¿qué hacíamos antes cuando pensábamos la educación? Decíamos: cuantos más años de estudio, o cuantos más años de experiencia, de entrenamiento en el trabajo, más cobraba un trabajador».

«Había una cosa que llamábamos prima de seniority, de educación o de calificación, que era la diferencia salarial promedio, tomando todas las otras cosas iguales entre el tipo que tenía calificación, que había estudiado, y el que no», explica.

«Si yo, ahora, con el programa, lo que hago es reemplazar esa calificación, entonces vale menos, porque es reemplazada por la tecnología. Es decir, que entre el tipo que estudió y el que no, la diferencia de ingresos laborales se achica», opina Levy Yeyati.

«Cae la prima por calificación -insiste- y eso implica dos cosas. Una, que dentro de los trabajadores, están todos más cerca del promedio. Lo otro: no es que todos vamos a ganar el promedio. Vamos a ganar un poco menos, porque la calificación aumentaba el salario, pero ahora la provee la tecnología. Me vuelvo un trabajador con menos calificación».

«Entonces, la masa salarial, es decir, la participación del salario en el producto va a caer. Y la dispersión entre el trabajador representativo y el capitalista, dueño de la tecnología, que ahora reemplaza la calificación, se va a ampliar. Es paradojal: igualás, pero hacia abajo”, añadió.

Derechos laborales: un tema de preocupación

Otro de los motivos por los cuales genera tanta preocupación la inteligencia artificial es por los derechos laborales.

“No todo el tiempo estamos pensando en términos del empleador y el empleado. Estamos pensando en alguien que produce, que adquiere, pero el trabajador puede ser independiente. Nuestra visión del mundo laboral y nuestra regulación atrasan muchas décadas, en todas las partes del mundo, por razones que son claras de ver cuando uno mira la historia», considera Levy Yeyati.

«En la época en que había líneas de producción, como en Tiempos Modernos, de Chaplin, todos tenían que trabajar simultáneamente porque el que se atrasaba, demoraba toda la línea. Hacían tareas repetitivas, monótonas y muy básicas en una línea de producción. Eso evolucionó hacia máquinas separadas cuando se introdujo la corriente alterna, y luego, hace décadas, el proceso se automatizó», dice.

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«Por eso cuando uno mira el empleo industrial, cada vez representa una proporción menor del empleo total. La idea de jornada laboral, de poner a toda la gente trabajando al mismo tiempo en el mismo lugar, viene de la línea de producción, porque todos son engranajes que están dirigidos a un producto final», describe.

«Vos pasás a la oficina y eso ya es bastante menos natural, porque en la oficina no hay una línea de producción, tampoco una demarcación laboral muy clara, y está plagada de tiempos muertos. La pandemia desnudó eso: la oficina de los tiempos muertos, la oficina poco productiva”, comenta.

Por último, traza un panorama según el cual también el mercado de oferta de trabajo es el que no se adapta a la nueva estructura y a la situación de quienes buscan trabajar.

«Existe mucha exclusión -cree Levy Yeyati-, muchos trabajadores jóvenes que se emplean en trabajos basura, de baja calificación. Ellos desearían puestos de alta calificación, pero no tienen la formación, no existen los empleos y tampoco las condiciones».

Y concluye: «Les podemos decir a los trabajadores que busquen trabajo, pero después de diez años de trabajar en empleos basura, mal pagos, con un costo de transporte y movilidad muy altos, muchos se desalientan”.

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