Balance 2017: los cinco momentos que marcaron el año en el sindicalismo argentino
El año cierra con mucha tensión en la CGT, con los estatales en la calle y la CTA fracturada en tres pedazos. Las reformas del gobierno terminaron erosionando a los gremios, que de manera dispar le pusieron el cuerpo a la resistencia. El sector docente, uno de los más movilizados. Las elecciones no le dieron mayores alegrías a los sindicalistas. Una buena: las paritaria promedio empataron la inflación real.
Diego Lanese / Especial para Gestión Sindical
El segundo año de Mauricio Macri en la presidencia de la Nación fue una bisagra en la gestión, que pasó de un 2016 de acomodamiento a un 2017 donde llevó adelante, sobre todo en el final del año, las medidas más importantes, polémica y resistidas de su mandato. Las tres reformas –impositiva, laboral y previsional –son el corazón del modelo económico del 2018, y se volvieron además fundamentales para consolidar el caudal político ganado en las elecciones de medio término. Por ahora, más allá de los graves hechos ocurridos en los alrededores del Congreso, está saliendo airoso de la jugada. En frente de la iniciativa se ubicaron buena parte de la oposición y la gran mayoría de los gremios, que se volvieron con estas medidas un eje central de la oposición. Incluso la CGT reaccionó, y terminó en una fractura que por el momento no se formaliza, pero que está a flor de piel. Este fue un año cargado de simbolismo para la central obrera, que realizó los primeros paros a este gobierno, en medio de negociaciones no muchas veces fructíferas. La atomización del resto de los sectores (la CTA en tres fragmentos, el clasismo, los sectores más cercanos al kirchnerismo e incluso el sindicalismo maacrista), se acomodan en un escenario que terminó convulsionado, confuso. En el año más político para los gremios, hubo momentos claves para entender el actual mosaico, con una dirigencia golpeada por el triunfo oficialismo. Aquí, Gestión Sindical recoge cinco momentos que marcaron el pulso de un año intenso.
La CGT, los paros y las fracturas
Fue sin duda uno de los años de mayor actividad para la CGT, comandada por un triunvirato que cierra el 2017 al borde de la fractura. En marzo, las bases sobrepasaron un acto masivo realizado por la central obrera y las dos CTA. el robo del atril del escenario, los incidentes y la salida presurosa de los integrantes marcaron un punto muy emblemático del año que se viviría. Corridos por la situación, llamaron a un paro nacional, que se llevó a cabo los primeros días de abril. En esos días ya había acomodamientos internos, y rumores de fracturas, en especial de los grupos que no participaban del plan de lucha, aprobado en un confederal multitudinario. “Vemos una CGT rota”, le dijo a Gestión Sindical un dirigente cuyo gremio no paró. Como parte de las 62 Organizaciones Peronistas, se estima que “cerca de 80 sindicatos se mantuvieron fuera de la protesta, porque no reconocemos a la conducción”. En agosto, cuando el triunvirato cumplió un año, hubo otra muestra de fuerza, con un acto donde volvieron a exponerse las diferencias. “Nosotros nos movilizamos por nuestra agenda social. Vengo a repetir cuáles son esos puntos. Aumento de emergencia para nuestros jubilados, que se terminen las intervenciones en los sindicatos, rechazo a cualquier reforma que lesione nuestros derechos, plena vigencia de los convenios colectivos, control de precios sobre alimentos y medicamentos. Y emergencia social alimentaria para los sectores populares”, sostuvo el dirigente de Dragado y Balizamiento Juan Carlos Schmid, único orador del acto. En esos días se formó la fractura final: dialoguistas, encarnados por el grupo de los independientes (UOCRA, UPCN, obra sanitarias) y gordos (comercio, sanidad), versus rebeldes, donde reportan la Corriente Federal, los transportistas de la CATT y el moyanismo. La negociación de la reforma laboral y previsional profundizó las diferencias, y abrió la puerta al actual escenario.
Reformas, protestas y represión
Los gremios ganaron la calle cuando el gobierno comenzó a tratar a finales del año las reformas claves para su plan. Si bien la laboral fue negociada con la CGT, la previsional recibió el rechazo de todo el arco sindical, con dos marchas incluidas y las dos jornadas de violencia y represión, que no impidieron que se aprobara gracias al pacto del oficialismo con gobernadores, muchos de ellos peronistas. Antes, dos multitudinarias marchas marcaron el nivel de descontento. La primera el 29 de noviembre, cuando se pudo ver al sector rebelde cegetista a pleno, empezando por Pablo Moyano, Sergio Palazzo y el acompañamiento de Hugo Yasky, de la CTA de los Trabajadores. A los pocos días, ya en diciembre, la CTA Autónoma y gremios clasistas marcaron del Congreso a Plaza de Mayo, y acusaron a la central obrera de abandonar la calle. “Esta es la expresión del sindicalismo que está luchando, que no se ha entregado”, dijo el titular del SITRAC Víctor Grosi. En diálogo con Gestión Sindical el dirigente remarcó que mientras que nosotros consultamos permanentemente con los trabajadores los pasos que damos, la burocracia sindical ha firmado una reforma laboral sin ninguna consulta”. La respuesta no se hizo esperar. “La CGT logró esmerilar los puntos más regresivos del proyecto”, le dijo a este portal Omar Plaini, dirigente canillita. No podemos endosarle a la CGT que no haya trabajado para evitar los artículos que atentaban contra la ley de contratos laborales, lo que debemos hacer es ampliar la base de representación, no achicarla”, agregó. La polémica quedó planteada, y luego del paro que no fue –cuando los incidentes en Congreso evitar el tratamiento de la reforma –las fracturas quedaron a la vista. Tan fuerte fueron que el propio Hugo Moyano tuvo que volver a escena, y en la última semana del año se reunió con parte del triunvirato y la “mesa chica”, y evitó que el verano iniciara con una pelea dentro de la dirigencia. La promesa de un confederal para el 2018 puso el tema de la división en el congelador.
Los docentes, en la calle
El 2017 será recordado como un año de mucha protesta docente, en todos sus niveles. La negativa del gobierno nacional de abrir la paritaria nacional movilizó a los docentes del sector inicial y medio, que volvieron a mostrar unidad en la acción para protestar en la calle. En la provincia de Buenos Aires la paritaria llevó varios meses, y enfrentó al gobierno de María Eugenia Vidal con el Frente Gremial, que unificó a los seis sindicatos y logró torcerle el brazo al oficialismo, que comenzó ofreciendo cifras muy por debajo de las pretendidas por los trabajadores. Además, la tensión marco varios episodios de la negociación, que incluyó descuentos de los días de paro, acusaciones y amenazas a Roberto Baradel, que en plena discusión logró un amplio triunfo en las elecciones internas de SUTEBA. En el sector universitarios, los gremios volvieron a lograr unidad en la acción y pelearon una paritaria que se firmó luego de una histórica marcha que contó con la presencia de todos los sectores. “Este año tuvimos una paritaria bastante compleja, difícil, donde arrancamos con una propuesta del Poder Ejecutivo del 18 por ciento, que significaba una pérdida importantísima de nuestros salarios. Pero producto de las medidas de fuerza, de las movilizaciones que realizamos, logramos un acuerdo paritario de un 26 por ciento, que está similar a los valores de inflación que va a cerrar el año”, le dijo en una reciente entrevista a Gestión Sindical el titular de FEDUN, Daniel Ricci. Uno de los hechos más lamentables de la discusión con los docentes fue la represión que evitó la instalación de la carpa itinerante en Plaza de Mayo, donde la Policía de la Ciudad golpeó y detuvo a varios militantes gremiales docentes.
Las elecciones, lejanas
En materia política, las elecciones de medio término fueron uno de los puntos altos del 2017. La consolidación del frente Cambiemos como fuerza nacional fue el dato saliente, además del triunfo en la provincia de Buenos Aires del oficialismo, contra la Unidad Ciudadana de Cristina Fernández de Kirchner. Pero para los gremios los comicios fueron un hecho lejano, donde no tuvieron mayor incidencia. En territorio bonaerense, entre los 35 nuevos diputados hay 5 gremialistas que aseguraron su lugar en el Congreso. El espacio que más “dipusindicalistas” ingresó en la cámara baja es Unidad Ciudadana. Allí los referentes de la Corriente Federal de los Trabajadores de la CGT Vanesa Siley (la titular del SiTraju) y Walter Correa (el líder de los Curtidores) obtuvieron su escarnio dentro de la nómina que lideró la ex presidenta. Además ingresó como diputado Hugo Yasky, el titular de la CTA de los Trabajadores. Por Cambiemos, entre los 15 ingresantes, aparece un sólo hombre de las 62 Organizaciones Peronista, pata sindical de los amarillos. Se trata de Pablo Ansaloni, dirigente de los trabajadores rurales que ocupaba el lugar 14 en la lista y llegó allí a través del Partido FE, fundado por el fallecido Gerónimo “Momo” Venegas.
Ni 1 País, apoyado por el barrionuevismo y con varios candidatos provenientes de ese sector gremial, ni Cumplir, con banca dentro del MASA y de parte de los gordos e independientes, ingresaron «dipusindicalistas». Los de Sergio Massa lograron sólo cuatro bancas y ninguna para un dirigente gremial, mientras que los de Florencio Randazzo obtuvieron sólo una y fue para un intendente.
El espacio que sí logró colocar una trabajadora entre los diputados fue el Frente de Izquierda y de los Trabajadores. Con los resultados provisorios, Romina Del Pla, la titular de los docentes del SUTEBA de La Matanza, obtendría la segunda banca de la izquierda bonaerense.
Paritarias: empate técnico
Desde que el macrismo asumió el gobierno, siempre intentó ponerle un techo a las paritarias, pero hasta ahora no lo logró, en parte porque la inflación sigue superando su meta presupuestaria. Para este año, desde la Casa Rosada deslizaron que los acuerdos debían estar en una banda del 18 al 20 por ciento, pero la movilización sindical logró romperlo con algunas sorpresas. Las subas terminaron cerca del promedio del 25 por ciento, aunque las cuotas y los pagos en negro les restaron potencia a los acuerdos. Lo malo fue que la inflación se terminó disparando, y estará cerca del 26 por ciento, empatando las mejoras conseguidas por los asalariados. En este sentido, un trabajo del Centro CIFRA de la CTA de los Trabajadores recopiló las principales paritarias firmadas este año, que en promedio están cerca del 25 por ciento, lejos del techo salarial oficial. La gran sorpresa estuvo en San Luis, donde el gobierno otorgó una suba del 40 por ciento para los docentes, pero por su alcance -sindical y político- es una excepción que no afectó el panorama general. Sí sorprendió y empujará las negociaciones abiertas lo logrado por los tintoreros: 37 por ciento de aumento, el más grande de los colectivos privados. De esta forma, la Unión de Obreros y Empleados Tintoreros, Sombrereros y Lavaderos (UOETSYLRA) logró el mejor acuerdo salarial, que incluye un plus complementario para el corriente año y 2018 -de carácter no remunerativo- por 6 mil pesos, que se pagará en cinco cuotas mensuales de 1.200 pesos. Detrás de ellos, un sector que viene ganando con la asunción de Mauricio Macri y tiene una dirigencia con proyección nacional: los aceiteros. Con una suba del 31,6 por ciento, ubicaron el mínimo en 25 mil pesos, según confirmó en mayo Daniel Yofra, un dirigente clasista que llegó a la federación y mostró un grado de movilización muy importante. Después, se ubican en la franja que va del 24 al 27 por ciento diversos docentes y estatales y sectores privados, como indumentaria (25 por ciento), pasteleros (25), trabajadores del cine (25), bancarios (24,3), papeleros (24) y gastronómicos (24), uno de los primeros “grandes” en aparecer. Por debajo de esa línea vienen los convenios más tradicionales, como sanidad (23 por ciento), gráficos (22,7), construcción (21), colectiveros (21) y textiles (20), según el trabajo de CIFRA, al que tuvo acceso Gestión Sindical.
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