En la Argentina, nueve de cada diez personas con discapacidad no consiguen trabajo

El 3% de la población tiene Certificado Único de Discapacidad. De ese 3%, poco más del 0,3% cuenta con un empleo estable.

Aproximadamente 1.300 millones de personas en el mundo tienen alguna discapacidad, de acuerdo con datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). De acuerdo con el organismo dependiente de Naciones Unidas, se trata de uno de cada seis habitantes del planeta.

Según los estudios de la OIT, estas personas tienen el doble de posibilidades de estar desempleadas que las que no padecen ninguna discapacidad.

En la Argentina, el número reconocido por el Estado es mucho más bajo y, en principio, desmiente la creencia de que el Gobierno otorga certificados de discapacidad «a cualquiera» o por clientelismo: poco más del 3% de la población tiene Certificado Único de Discapacidad (de diferentes tipos y grados). Esto es una quinta parte de lo estimado por la OIT para la población mundial en general.

Discapacidad y empleo

Pero más allá de estas cifras, es válido preguntarse: ¿el mundo laboral está realmente abierto a la incorporación de personas con discapacidad? ¿La inserción laboral es un problema para aquellos que tienen discapacidad?

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La primera respuesta es que sí, es un problema. En la Argentina, existen 1.594.888 personas con CUD y el 87,4% de ellas no cuenta con un empleo, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas con Discapacidad.

Por ser una de las poblaciones vulnerables más numerosa, “resulta imperiosa la necesidad de seguir avanzando en nuevas iniciativas que permitan visibilizar los números que arrojan las estadísticas”, destacan en el área de Diversidad e Inclusión Laboral del Servicio de Empleo AMIA, una asociación sin fines de lucro que trabaja para contribuir tanto a que las personas mejoren su situación laboral como a la sustentabilidad de las organizaciones mediante la gestión de sus RRHH.

Este año, esa ONG logró cubrir 14 vacantes en distintas empresas privadas, un número que parece -y es- reducido pero que sin embargo representa un avance. «Con el tiempo va creciendo la cultura de la inclusión, las empresas van comprendiendo que integrar es potenciar”, agregan.

De todas formas las empresas continúan reacias a este cambio, en su mayoría por falta de información, por no saber cómo adaptar físicamente la oficina, y por los estereotipos que aún marcan que una persona con discapacidad suele ser irresponsable, poco profesional y que no logrará cumplir con su tarea.

El desconocimiento, una dificultad

Según la OIT, la mayor barrera que enfrentan las personas con discapacidad en el mundo laboral es el desconocimiento por parte de las empresas en entender que ser una persona con características distintas no imposibilita que esa persona sea idónea para realizar la tarea.

Es más, un informe de Adecco Argentina del año pasado, sólo cuatro de cada 10 empresas argentinas cuentan con programas de inclusión para personas con discapacidad.

“Al incorporar a una persona con discapacidad, los beneficios van más allá de la cuestión impositiva, ya que al contratar a un empleado con Certificado Único de Discapacidad en la Argentina y, al aplicar todos los beneficios impositivos vigentes, el costo laboral para la empresa es cero”, indican en el Servicio de Empleo AMIA.

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Por otro lado, resaltan que“ la experiencia indica que son trabajadores leales y estables, con baja tasa de rotación, ausentismo y accidentalidad. Además, promueve sentimientos de orgullo en el equipo, mejora el clima organizacional e incluso aumenta la productividad general. La actitud de las personas con discapacidad fomenta el esfuerzo, la solidaridad, el trabajo en equipo, y ayuda a derribar estereotipos”.