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Elecciones en la UTA: impugnaron la lista opositora y aumenta el descontento interno

27. 08. 2018

La Junta electoral del gremio de los colectiveros dio de baja la nómina de Miguel Bustinduy, ex integrante de la conducción nacional, que buscaba arrebatarle el poder e Roberto Fernández. “Fuimos proscriptos”, afirmaron. Los fallidos comicios se dan en medio de cuestionamientos por la situación de Córdoba y los problemas de la actividad.

Diego Lanese / Especial para Gestión Sindical

Con un masivo acto en la cancha del club Los Andes en Lomas de Zamora, el dirigente Miguel Bustinduy lanzó a mediados de agosto su candidatura a conducir la Unión Tranviaria Automotor (UTA), el gremio de los choferes de colectivos y micros de larga distancia. Con apoyo de sectores vinculados al área metropolitana, el dirigente prometió terminar con la conducción del sindicato, que hace 12 años está en manos de Roberto Fernández. Pero cuando todo se encaminaba a los comicios de octubre, la Justa Electoral impugnó la nómina opositora, y terminó con las aspiraciones del dirigente, un ex aliado de Fernández que se enfrentó con el histórico dirigente con el apoyo del poderoso grupo Dota, que maneja unas 60 líneas en la zona metropolitana del país. Esta medida aumenta la tensión interna del sindicato, marcado por las quejas por un estatuto que no facilita la participación y una serie de intervenciones polémicas. Además, hay temor por el futuro de una actividad golpeada por las políticas del gobierno nacional, en especial con la eliminación de los subsidios estatales. “Fuimos proscripto”, dicen desde el sector opositor.

Durante el fin de semana, se confirmó que la Justa electoral de la UTA decidió impugna la Lista Azul que encabeza Bustinduy, como el resto de las nóminas que no están bajo el paraguas del oficialismo. Así, de mantenerla la decisión, en octubre el “gallego” Fernández, como se lo conoce en el mundo sindical, mantendrá el poder dentro del gremio de los choferes. La decisión fue confirmada por el dirigente opositor, que aseguró que la Justa electoral “es el brazo ejecutor de los mandatos de un grupo que está perpetuado en el poder”. “Hoy el sindicato es sólo un edificio vacío sin el calor de los trabajadores”, se quejó el dirigente mediante un comunicado interno, al que tuvo acceso Gestión Sindical.

Bustinduy aseguró que el problema es “el estatuto obsoleto que aleja a los trabajadores del gremio”, y acusó a Fernández de “esconderse” detrás de ese reglamento. “Fuimos proscriptos”, agregó. Además, el dirigente se quejó que la obra social del gremio “está totalmente destruida sin prestaciones básicas”. Además, como los sectores clasistas que integran el sindicato decidieron no participar de las elecciones, Fernández no tendrá oposición y será reelecto nuevamente.

Estas elecciones de la UTA se dan en un contexto de descontento interno en el gremio, expuesto por situaciones gremiales (intervención de la seccional Córdoba) y por los problemas de la actividad (baja de subsidios, inseguridad). Estas condiciones generaron el descontento, expresado por primera vez en años en una lista de oposición. Bustinduy era parte de la conducción nacional del gremio, y su candidatura contó con el respaldo de un sector de peso para el gremio, como el grupo Dota. “Miguel era aliado de Fernández, tuvieron diferencias con el manejo de las líneas del grupo Dota, y por eso se pelearon. Hubo un tema con los aportes de las obras sociales, que por algunos meses no se hicieron. Eso desencadenó el enfrentamiento”, le dijo a Gestión Sindical una fuente de la UTA, en estricto off. La pelea derivó en el armado de la lista opositora, que tuvo “con todo el respaldo de las casi 60 líneas de este poderoso grupo”.

El grupo Dota reúne a unas 60 líneas de colectivos de la zona metropolitana, entre ellas Monsa, que maneja la línea 60. La relación de Bustinduy con el holding empresarial se cristalizó con el armado de este frente para enfrentar a Roberto Fernández, que si bien no era hostil el manejo de los fondos de la obra social (por la cantidad de trabajadores son muchos millones de pesos) desgastó la relación.

Las fallidas elecciones llegan en momentos que los cuestionamientos internos se multiplican. El manejo de la intervención de la seccional de Córdoba terminó por erosionar la figura de Fernández, incluso entre los dirigentes de su propio riñón. Luego de retirarles el mandato a los dirigentes locales, la conducción nacional intervino la seccional, y desconoció el mandato de muchos de los delegados. Cuando estalló un conflicto con las líneas de la capital provincial, el UTA dejó sin fueron a los dirigentes, que terminaron siendo en su mayoría despedidos.

Esto generó mucha bronca, y una fuerte protesta en julio del año pasado. Los cuestionamientos al dirigente nacional no tardaron en llegar. “Es terrible lo que está pasando, están dejando que despidan delegados por defender los derechos de los trabajadores”, dijeron en su momento fuentes desde Córdoba, que se quejan porque la intervención no cesa. “La intervención es ilegal, porque la ley de Asociaciones Sindicales dice que a los 15 días se debe llamar a elecciones, y no sólo no ocurrió eso, sino que la UTA intervino por segunda vez la seccional”, remarcaron desde Córdoba. En estos días, se confirmo una lista única ara normalizar la seccional, que no cuenta con la participación de los “rebeldes”.

Roberto Fernández llegó a la UTA en 2006 en reemplazo del histórico Juan Manuel “Bocha” Palacios, y desde ese lugar tuvo distintas posturas tanto en materia política como gremial. Integrante de la poderosa Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), en 201 se quedó en la CGT Alsina, que creó Antonio Caló para sostener su apoyo al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Incluso crearon una “CATT paralela”, la UGAT. Pero al final del kirchnerismo volvió a estar cercano de Hugo Moyano, y se sumó a los paros nacionales contra el Impuesto a las Ganancias. En esa nueva lógica, tuvo cierto acercamiento al macrismo, e incluso declaró a favor del entonces candidato presidencial Mauricio Macri.

“Lo veo más peronista a Macri que a muchos peronistas”, dijo en su momento. Esa postura le valió un “premio”: su hijo Roberto trabaja en el Instituto de la Vivienda de la Ciudad de Buenos Aires desde 2012. Con Macri en la Casa Rosada, la justicia le devolvió a la UTA la representación de los trabajadores del subte, una vieja disputa. Ahora, integra el sector dialoguista, pero no es parte de la mesa chica de la CGT. Se sumó al paro nacional, pero mantiene la lógica que en algún momento instauró un viejo dirigente, Augusto Timoteo Vandor: golpear para negociar.

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