Los «gordos» sospechan que Moyano no se conformará con dar el paso al costado que implicaría poner a su hijo y a nadie más en la próxima jefatura de la CGT. Se reunieron los referentes de las tres versiones de la CGT para avanzar en los detalles burocráticos del próximo hito en la reunificación: el Comité Central Confederal que se llevará a cabo el 3 de junio y que convocará a un Congreso Extraordinario, de unidad, para el 22 de agosto.
La CGT entró en la recta final hacia su proyectada reunificación cruzada por internas no saldadas y un clima enrarecido. La discusión en torno de la futura jefatura de la principal central obrera, un clásico en la historia del sindicalismo argentino, sumó en los últimos días desinteligencias y enfrentamientos en torno del debate por la ley que trata el Congreso para poner un freno a los despidos y consagrar una indemnización agravada.
Ayer los principales grupos de la organización dieron otro paso. Se reunieron los referentes de las tres versiones de la CGT para avanzar en los detalles burocráticos del próximo hito en la reunificación: el Comité Central Confederal que se llevará a cabo el 3 de junio y que convocará a un Congreso Extraordinario, de unidad, para el 22 de agosto. Los dirigentes aprovecharon ayer para analizar la postura común que llevarán al Consejo del Salario de este jueves, en donde reclamarán una suba del piso de ingresos por encima del 35%.
Al encuentro de ayer en la sede de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) asistieron dos de los líderes de sendas fracciones de la CGT, Hugo Moyano y Antonio Caló. En representación de la versión «Azul y Blanca», de Luis Barrionuevo, concurrió el estacionero Carlos Acuña. También fueron los tres «independientes» Gerardo Martínez (construcción, Uocra), Andrés Rodríguez (anfitrión) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), así como los referentes de los «gordos» de los grandes gremios de servicios Armando Cavalieri (Comercio) y Héctor Daer (Sanidad) y el portuario Juan Carlos Schmid, aliado de Moyano y representante de los sindicatos del transporte alineados en la CATT.
A pesar de una agenda de coyuntura y de mediano plazo cargada de problemáticas el debate fue escaso. Sobre el encuentro del jueves con empresarios para definir un nuevo salario mínimo apenas se resolvió escuchar las propuestas del Gobierno (saben que propondrá subir el piso en torno del 30%, de los actuales $ 6.060 a $ 8.000 hacia fin de año, como anticipó este diario) y responder con un pedido de al menos un 35% para elevar el monto a más de $ 8.200. También se resolvió objetar cualquier intento del Ejecutivo por imponer un debate en torno del ausentismo por conflictos y una consecuente rebaja salarial.
Y en cuanto a la reunificación en marcha, de concreción prevista para octubre, sólo se pautaron ayer los pasos administrativos hasta entonces frente a la imposibilidad de avanzar en los nombres que ocuparán la jefatura. Sobre este punto es donde recrudecieron las intrigas cruzadas entre sectores en las últimas semanas.
Como había informado este diario la semana pasada, una de las alternativas más firmes es la integración de un binomio de liderazgo con Héctor Daer a la cabeza, secundado por Pablo Moyano, hijo mayor de Hugo y su lugarteniente en el sindicato de Camioneros. Ese formato, ideado para unir a los «gordos» con el «Negro» y dejar atrás de ese modo una de las refriegas más antiguas del movimiento obrero, quedó atravesada una vez más por la desconfianza.
Es que los «gordos» sospechan que Moyano no se conformará con dar el paso al costado que implicaría poner a su hijo y a nadie más en la próxima jefatura de la CGT. El jueves de la semana pasada una treintena de gremios cercanos al camionero se reunió en el sindicato de los ceramistas para confirmar su apoyo al hijo de Moyano, pero también para exigir más presencia del sector en la nueva central unificada.
Esa fricción le dio pie a otro de los aliados del camionero para posicionarse en el tironeo de nombres: el panadero Abel Frutos, secretario gremial de la CGT de Azopardo, hizo saber de su interés por ser el futuro jefe o por lo menos número dos de la única central que deberá quedar en octubre. Igual expectativa mantiene un peso pesado del mismo sector, con más historia en la CGT, como el petrolero neuquino Guillermo Pereyra.
Para sumar más ruido, Barrionuevo alimenta su propia nominación o bien la de alguno de sus leales, como Carlos Acuña, mientras que de manera más reservada apuntala también al bancario Sergio Palazzo, quien imagina compensar su origen radical con el apoyo de sindicatos más pequeños que aspiran a una renovación visible de nombres para la conducción.
Los chispazos entre sectores quedaron más en evidencia a partir de la semana pasada, cuando lejos de comportarse como bloque uniforme, los diputados de extracción sindical exhibieron severas diferencias en el tratamiento de la ley antidespidos. Por caso, Daer, del Frente Renovador, y el canillita Omar Plaíni (monobloque Cultura, Educación y Trabajo) prestaron quórum para el tratamiento fallido de la propuesta, en tanto que Facundo Moyano (del partido de Sergio Massa) y Alberto Roberti (bloque Justicialista) lo negaron.
Fuente: Ambito.com
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