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Represión y protesta: crónica de una jornada de resistencia

13. 07. 2017

Por la mañana, el violento desalojo de la planta de Pepsico generó repudio generalizado, que se plasmó en una multitudinaria manifestación en Plaza de Mayo. Allí, se unieron los principales reclamos contra el gobierno nacional, y los pedidos de medidas para paliar la crisis. Presionada, la CGT llamó a una manifestación, para luego de las elecciones.

Diego Lanese / Especial para Gestión Sindical

Desde la madrugada del jueves, un imponente operativo policial comenzó a rodear las instalaciones de la planta de Vicente López de la firma Pepsico, tomada hace semanas por sus trabajadores para evitar el cierre. Pese a las negociaciones, la orden de desalojo de la justicia seguía en pie, y los efectos –de la Policía Bonaerense y la Gendarmería –se disponían a cumplir su tarea, a sangre y fuego. Gremios y dirigentes políticos y sociales alertaron de la situación, y se fueron convocando en el lugar. Nada evitó la violencia y el accionar de las fuerzas, que terminaron con una violenta represión, con detenidos y heridos. Era el fin de una historia abierta hace unos días, cuando los 600 empleados llegaron a su lugar de trabajo y se encontraron con un cartelito que informaba el cierre del lugar, y el comienzo de otra. Una marcada por el repudio y la solidaridad. En pocas horas, casi todo el arco sindical se movilizó para rechazar la decisión judicial –con aval explícito del gobierno nacional y provincial –y reclamar por las fuentes de trabajo. Así, se abrió una jornada de resistencia, que en un rato unificó los reclamos más urgentes del sector del trabajo. La cita fue la mítica Plaza de Mayo, cuando las Madres realizaban su ronda de los jueves. El pedido trascendió lo sucedió en el norte del gran Buenos Aires, y fue una postal de la conflictividad que crece en el país. La presión popular obligó a la CGT a ensayar una respuesta, en forma de marcha, para el 22 de agosto, a un año de la constitución del triunvirato y pasadas las elecciones internas.

La jornada del jueves sintetiza el momento que vive la relación del gobierno con el movimiento obrero organizado. Los conflictos por despidos y pérdida del poder adquisitivo se multiplican, en una gestión marcada por una política contraria al sector del trabajo. También demostró las diferencias internas en el sindicalismo, cruzado por la disputa política. Pero también abrió la puerta a una unidad para enfrentar la etapa que se vive. Este jueves, separados por pocas horas, se pudieron ver las caras más dramática del actual modelo. No sólo fueron los despedidos y golpeados trabajadores de Pepsico, sino también los de Atucha, que mientras realizaban una audiencia en el Ministerio de Trabajo se acercaron a la plaza para denunciar su situación. O la denuncia contra Mauricio Macri en la sede local de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), por sus dichos contra los abogados laboralistas. Una jornada que se volvió una piedra en el zapato en el oficialismo, a un día que se largue la campaña oficialmente.

Repudio generalizado

Cerca de las 15, las organizaciones sindicales, políticas y sociales fueron llegando a la Plaza de Mayo, y se ubicaron alrededor de la tradicional pirámide, convocados para repudiar la represión en Pepsico. Con un sol que se fue ocultando con el correr de las horas, las columnas se ubicaron, ordenadas por afinidad y alineamiento. Al rito del hit del momento “Despacito”, la seccional Capital Federal de ATE le fue dando color a la jornada, con una verdadera orquesta itinerante que fue recorriendo la plaza. Las banderas de los gremios se fueron acomodando al costado del stand de la Universidad de las Madres, como la Corriente Federal de Trabajadores, una de las pocas organizaciones de la CGT presente. Metrodelegados, CONADU, la CTA Autónoma, junto con dirigentes políticos que estuvieron por la mañana en Vicente López, como Luis Zamora o el diputado Cristian Castillo. Los fuegos artificiales le dieron color a la tarde, mientras unos alumnos que visitabas el Cabildo saludaban a los gritos a los manifestantes.

“En un solo día, quedó demostrada la política laboral, social, judicial y de seguridad de este gobierno, la desnuda, un gobierno que no tiene ningún empacho en avanzar sobre todos los derechos de los ciudadanos, porque cree que a través del disciplinamiento cree que las cosas se puede imponer”, aseguró Pedro Wasiejko, secretario Adjunto de la CTA de los Trabajadores. En diálogo con Gestión Sindical, el dirigente –presente en la plaza –remarcó que un país avanza “cuando hay consuma, la gente gana bien, cuando se empieza a producir ajuste sobre los más débiles siempre terminamos en situaciones malas”. En el inicio del acto, la central obrera acompañó la tradicional ronde de Madres, que con carteles de los desaparecidos –de ayer y de hoy, porque se mantuvo como siempre el reclamo por Jorge Julio López expresaron su solidaridad con los trabajadores reprimidos de la planta de Vicente López. “No nos van a derrotar, venceremos”, fue el grito unánime.

En los pocos metros cuadrados alrededor de la pirámide de Mayo, los muchos reclamos de los trabajadores fueron uno solo. Uno de los despedidos de Atucha se acercó al improvisado escenario, y destacó la unidad que se mostró en la plaza. “Estamos donde nos empujaron, en la calle”, afirmó. Recordó que mientras se realizaba el acto, en el Ministerio de Trabajo se realizaba una audiencia encabezada por los delegados de los 600 despedidos de la central atómica, que acompañados por el intendente de Zárate Osvaldo Caffaro intentaban llegar a un principio de solución. “El ministerio nos ofrece una mesa de café, pero lo que queremos es simple: queremos trabajar. Toda la región está en lucha, acampando bajo la lluvia, porque estamos de pié”, agregó el trabajador. Además, remarcó que la situación puede golpear a cualquier: “hoy somos nosotros, mañana puede ser cualquiera, porque los únicos brotes verdes que hay son los gendarmes reprimiendo laburaltes”.

Esta idea sobrevoló toda la jornada, ya que los despidos parecen no detenerse. Detrás de esto, con el antecedente de Brasil, el peligro de una flexibilización laboral que pone en alerta a todo el gremialismo. “Ninguna duda que la flexibilización es el objetivo final, son dueños de empresas que no están acostumbrados a invertir, que apuesta a la productividad, esta es gente a obtener su renta a través de la explotación, y están convencidos de eso”, se quejó Wasiejko. Con una plaza llena, las palabras de Hebe de Bonafini dieron una especia de cierre, mientras otros espacios mantenían sus reclamos y presencia. “Estoy enojado con los dirigentes, no con todos”, disparó, y sus dardos apuntaron a la sede de Azopardo, donde la CGT estaba reunida en esos momentos. “Me da dolor y vergüenza, hay que ir a poner el cuerpo, desde las 4 de la mañana sabemos que esto iba a pasar”, dijo. Además, sostuvo que los dirigentes de la central obrera “son pagos, nunca trabajaron, se hicieron ricos mientras otros trabajaban. Pero si ellos no salen, saldrá el pueblo”. Antes de encabezar una marcha al Ministerio de Justicia, Bonafini remarcó que más allá de las ideas políticas “están las familias sin trabajo, la mujeres que no saben qué darle de comer a sus hijos. Eso está por encima”.

Antes, la represión

La movida de Plaza de Mayo se disparó luego de la violenta represión que las fuerzas de seguridad impusieron en Pepsico, cuando por orden de la justicia desalojaron el lugar. El operativo se inició en horas de la noche –una medida que llamó mucho la atención –y terminó de completarse cerca de media mañana. El inicio tuvo pasos de comedia, cuando cinco o seis agentes de la policía no pudieron abrir el portón de la fábrica, pese a los intentos torpes que hacían. Con balas de goma y gases lacrimógenos, despejaron los alrededores del lugar, e ingresaron al lugar Según denuncian varios empleados, rompieron muchos de los elementos de trabajo, y amenazaron con “moler a palos” a quienes no se retiraran del lugar. Las terribles imágenes se vieron en vivo hasta que un cordón policial impidió a los periodistas acercarse. Según denunció el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA), “colegas de numerosos medios fueron agredidos por personal policial con el evidente objetivo de intentar ocultar lo que estaba ocurriendo”.

En Plaza de mayo, uno de los trabajadores de Pepsico destacó que el 70 por ciento de los empleados son mujeres, y que fueron ferozmente atacadas por la policía. “Las golpearon de manera indiscriminada, qué saben ellas de protestas, lo único que saben es trabajar”, remarcó Luis Medina. El desalojo tuvo como balance cinco detenidos, unos 115 heridos y una justificación por parte de las autoridades del gobierno. “Cuando uno tiene 15 policías heridos, se sabe de dónde viene la violencia”, aseguró el ministro de Seguridad bonaerense Cristian Ritondo, que defendió el operativo: “la policía actuó como debe actuar”. Como contrapunto de esta idea, las redes sociales explotaron con las imágenes de efectivos que abandonaron la planta, luego del desalojo, con bolsas de productos de la firma.

CGT: marcha el 22

Cuando los gremios, las Madres y centenar de personas repudiaban la violencia, la CGT se reunía en la sede de Azopardo, en un clima caldeado. Ya la semana pasada la intervención al gremio canillita incomodó a la dirigencia, que vio con preocupación la tensión que aumenta con cada conflicto. La presión aumentó cuando mientras Bonafini criticaba a la dirigencia, la multitud emulaba los gritos de aquel 7 de marzo: “paro general paro general”. Pero la cautela ganó el round. La central obrara confirmó que habrá una marcha el próximo 22 de agosto, cuando se cumpla un año de la asunción del triunvirato, pero casi una semana después de las PASO. “Hacemos responsable al Poder Ejecutivo de que haya una desgracia en el país. El problema social no se resuelve con el bastón, se resuelve negociando en una mesa”, advirtió la dirigencia, luego del cónclave. “Nosotros planteamos la necesidad de una marcha que sea un éxito, no podemos plantear algo que puede verse como especulación política, tenemos que garantizar que sea contundente. Para eso es importante lo que haga la CGT”, analizó Wasiejko. Desde la CTA recalcaron que buscarán “unidad de acción para poder poner un límite a las políticas de este gobierno”.

“Donde está Daer”, grito un manifestante cuando hablaba uno de los trabajadores, pidiendo por el secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA), Rodolfo Daer. Algunos silbidos dejaron ver la interna que se vine en el gremio de la alimentación. Según pudo saber Gestión Sindical, existe una interna en el sector, entre la federación y la conducción de Daer, ubicada geográficamente en Capital Federal y gran Buenos Aires. Muestra de esto, mientras la FTIA emitió un duro documento donde repudió la “salvaje represión”, el ex titular de la CGT relacionó el cierre de la planta de Pepsico con “la caída del consumo”.

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