17A: Una marcha de un sindicalismo dividido y preocupado por el ajuste que se cierne sobre el horizonte
La marcha que la CGT convocó con consignas poco claras hace más de un mes, y que se concretó este miércoles, no hizo más que reflejar el alto grado de desorientación y división que atraviesa el peronismo frente a la crisis económica social en la que se está hundiendo el país
La central obrera exhibe lo mismo que sucede en el movimiento peronista, es decir diferencias entre sus dirigentes sobre cómo encarar la complicada situación del país, incluso con iniciativas o recetas totalmente contrapuestas en lo que refiere a las medidas económicas que habría que adoptar.
Los discursos en parte similares de Martín Guzmán y del actual ministro de Economía, Sergio Massa, de equilibrar las cuentas, ajustar tarifas y mantener a raya la emisión monetaria y los discursos del kirchnerismo de multiplicar beneficios sociales conviven en este peronismo desorientado. Y, claro, también en la central obrera.
La conducción de la CGT, donde pesan fuerte los «gordos» y los «independientes» bancó a Alberto Fernández, se la jugó apostando por el Presidente en su lucha sorda con la vicepresidenta Cristina Kirchner, pero la iniciativa falló. El moyanismo respaldó pero sin jugársela tanto por el mandatario, manteniendo lazos con el kirchnerismo tras la reconciliación de hace cuatro años.
Si bien los popes cegetistas habían acordado en la previa no hacer acto, es decir que no haya oradores, el moyanismo se cortó solo y armó un escenario donde sus dirigentes hablaron, con un cierre a cargo de Pablo Moyano, quien dio un discurso con el que claramente los «gordos» y los «independientes» no comulgan en gran parte de su contenido. No es el primer «desplante» del hijo de Hugo Moyano a sus pares del triunvirato, ni será el último.
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Es obvio que las divisiones entre «dialoguistas» y «combativos» de la CGT no se apagaron con la supuesta «unidad» que alumbró el triunvirato. En ese marco, en la previa, cada sector cegetista le dio su propio «marco discursivo» a los motivos de la marcha.
«Contra nadie», «contra los empresarios especuladores y formadores de precios», «contra la devaluación que buscan algunos sectores», «contra el posible regreso de la derecha al poder»…cada actor cegetista le puso la consigna que quiso a la movilización.
Todo esto en medio de la división que hace difícil aunar posturas. Lo mismo que ocurre en el oficialismo, es decir en el Frente de Todos, cuyos accionistas dispares son Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa. La conducción de la central buscó homogeneizar criterios con un comunicado tardío, emitido solo unas horas antes de la marcha.
Lo único común al sindicalismo en todas sus vertientes es la preocupación de cara a un ajuste que se viene posponiendo gestión tras gestión, pero que parece cada vez más ineludible. Dentro de la CGT, sacando al moyanismo, la mayoría de los dirigentes reconocen en off the record que algún tipo de cambio en el mundo laboral se deberán hacer.
Cuáles modificaciones y hasta que punto se permitirán o negociarán, depende de con cuáles gremialistas se aborde el tema, estando los «dialoguistas» entre los más proclives a avanzar en este terreno.
Aportes patronales, horas de la jornada laboral, convenios colectivos, indemnizaciones, edad jubilatoria, manejo de las obras sociales, son algunos de los temas que se podrían abordar. El ajuste que analizan distintos sectores de la política para abordar la próxima etapa del país a partir de 2023 tocan algunos de estas temáticas.
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¿Qué «privilegios» mantendrá el sindicalismo en el futuro? ¿Cuáles va a «entregar»? Todo esta por verse. Depende en buena medida de quién sea Presidente desde 2023, qué planes tenga y que esté dispuesto a negociar la conducción de la central.
Gran parte del poder del movimiento obrero organizado radica en la caja de las obras sociales. El kirchnerismo viene analizando una reforma de salud que implica el fin de las prestadoras manejadas por el gremialismo, pero nunca avanzó sobre esto. ¿Se animará un Presidente de otro espacio político a quitarle al sindicalismo esa caja?
Lo cierto es que la dirigencia gremial mira con desconfianza y la guardia en alto un futuro que se observa complicado y con la silueta del ajuste dibujándose en el horizonte. Con la marcha de este miércoles 17 de julio, la CGT pareció comenzar a desandar ese camino hacia un lugar de incertidumbre, en el que quizás pueda perder poder de fuego o cierta influencia. Como ya pasó en la década de los noventa. Aunque todo está por verse.
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