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Unicato sindical: el modelo heredado de Perón que por primera vez está en seria discusión

27. 07. 2015

Una serie de fallos judiciales e intimaciones de la OIT ponen en cuestionamiento la forma organizativa del movimiento obrero nacional, basado en la premisa “un gremio por rama”. Pero el poder de los sindicatos más tradicionales frena la reforma. En el Congreso, dos proyectos quieren ampliar la democracia y participación sindical. El tema, ausente de la agenda de los presidenciables.

Desde el año 2008, una serie de fallos judiciales comenzaron a desmoronar la legalidad de la Ley de Asociaciones Sindicales, la columna vertebral del modelo gremial argentino, que tiene al unicato como bandera. “Un gremio por rama” fue el lema del primer peronismo, que fortaleció las instituciones de los trabajadores a través de la exclusividad de representación. Con el correr de los años, este modelo se fue alterando, pero en esencia se mantuvo intacto. Incluso en gobiernos no justicialistas (como el de Arturo Frondizi) se respetó esta norma, que hoy está en discusión, en el ámbito judicial, legislativo y sindical.
El desprestigio de dirigentes que se “atornillan” a sus cargos, más el avance del clasismo y de sectores combativos, forjó nuevas estructuras gremiales, que se pudieron constituir como sindicatos o agrupaciones, pero que en lo formal no pueden acceder a la personería gremial, la llave del unicato. En la actualidad, se calcula que hay más de 2 mil organizaciones en esas condiciones, algunas con una larga trayectoria y reconocimiento, como la Asociación Gremial de los Trabajadores de Subterráneos y Premetro (AGTSyP). Incluso la CTA, hoy partida en dos, está en esa situación.

Pero los fallos y la presión de estos sectores ponen en jaque al unicato, que por primera vez en muchos años está en discusión. Desde que el gobierno de Raúl Alfonsín intentara modificar la ley 23.551, ningún gobierno se animó a tocarla. En aquellos días, el radical impulsó la denominada “Ley Mucci” (por el Ministro de Trabajo de ese momento, Antonio Mucci), que si bien mantenía la personería gremial daba lugar a las minorías en la conducción de los sindicatos, y eliminaba la reelección indefinida de los secretarios generales. La normativa fue rechazada en el Senado, donde el justicialismo tenía mayoría, cerrando la puerta a cualquier cambio. Por lo menos hasta ahora.

Modelo para (des)armar
El corazón de la ley que mantiene vigente el unicato es el artículo 31, que determina que las entidades sindicales con personería gremial “tienen como derecho exclusivo defender y representar ante el Estado y los empleadores los intereses individuales y colectivos de los trabajadores”, mientras que las entidades simplemente inscriptas sólo podrán “peticionar y representar, a solicitud de parte, los intereses individuales de sus afiliados”. Esto entrega a las primeras el monopolio de la representación individual y colectiva de los trabajadores, lo que choca contra la libertad y democracia sindical. Este artículo fue declarado inconstitucional por la justicia en 2013, otro golpe al modelo sindical.

Además, hay al menos una docena de resoluciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) contra esta normativa, que aseguran viola los tratados que el país incorporó en la Constitución Nacional de 1994.

Pese a esto, el modelo se mantiene. Para Jorge Duarte, docente universitario y especialista en temas sindicales, el unicato sobrevive “por el poder que todavía tienen los gremios cegetistas tradicionales”. “Es difícil de desarmar todo el entramado que existe, más allá de los fallos judiciales y de los intentos legislativos que se presentaron desde hace tiempo, el poder que tienen los gremios cegetista es la base más sólida por la que el unicato a pesar de los distintas cuestiones no puede ser todavía tocado”, explica Duarte en diálogo con Gestión Sindical. Otro factor que ayuda a sostener el paradigma como está es “el entramado de poder entre los sindicatos y la política”, porque todo el que quiera posicionarse “necesita de la estructura sindical”.

Duarte destaca que en el último tiempo hubo algunos cambios parciales: “hubo unos retoques, de hecho en la administración pública el unicato fue destrozado en la práctica, algo que no sucedió en el sector privado”.

Para que el unicato se mantenga vigente, el Estado juega un rol central. Durante estos años, no hubo una verdadera voluntad de modificar el escenario. Incluso el ministro de Trabajo del kirchnerismo, Carlos Tomada, aseguró en 2009, con la llegada de los primeros fallos, que “es riesgoso modificar un modelo que lleva 60 años” (1).

“Lo que venimos planteando es que no hay libertad ni democracia sindical porque hay una supeditación al Ministerio de Trabajo”, asegura José Rigane, titular de la Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina (FeTERA) e integrante de la CTA Autónoma. En la última convención de la OIT, el comité de Libertad Sindical insistió al gobierno argentino que le otorgue a FeTERA la personería, luego de 15 años de reclamos. “El otorgamiento o no de la personería gremial es una clara decisión política, no una cuestión administrativa”, remarca Rigane en diálogo con Gestión Sindical.

Para el dirigente, el caso de FeTERA y la CTA “es una demostración de falta de voluntad política del ministerio de Trabajo, quedó demostrado que se le otorga a las organizaciones amigas, que no discuten. El comportamiento en estos 12 años de gobierno en relación de los reclamos del movimiento obrero fue este”.

Defensa corporativa
Si las recomendaciones internacionales, los fallos judiciales y las campañas no lograron mover el modelo sindical, en parte se debe a que la mayoría de los gremios “tradicionales” se sienten cómodos en este esquema. Y lo defienden a ultranza.

Uno de los argumentos utilizados es que la apertura a nuevas organizaciones llevará a una atomización del movimiento obrero, que debilitaría la posición de los gremios a la hora de negociación. Para Duarte, si bien “es relativo” este argumento, existe “una amenaza real”. “El unicato sostiene en gran parte el poder del movimiento obrero unificado, sin embargo en otros países donde no hay unicato y hay absoluta libertad sindical encontrás que hay una sola central sindical, y acá hay cinco. El unicato mantiene el poder sindical, pero no garantiza la unidad”, detalla Duarte.

Para quienes buscan terminar con el unicato, estos y otros argumentos, no son suficientes para sostener el modelo. “No es cierto que debilite a los gremios”, asegura Rigane. Para el dirigente de la CTA Autónoma “la fortaleza de la representación de los trabajadores está en el desarrollo organizativo, pero en el marco de la libertad”.

“En realidad la CGT única, que casi nunca existió, no significó en si mismo unidad de criterio del movimiento obrero. Uno ve que en otros países del mundo tienen varias centrales sindicales, con capacidad de convivencia, con grados de unidad para ir por las mismas reivindicaciones”, argumenta Rigane.

De caerse la ley actual, algunos sospechan que se produciría una “avalancha” de gremios nuevos, que fragmentará aún más el sector. Para Duarte “el peligro de atomización es fuerte, sobre todo al principio, donde van a florecer muchos sindicatos para tratar de canalizar internas”.

Para la dirigencia tradicional, mantener la actual ley es fundamental para sus intereses. Así quedó demostrado en la última conferencia de la OIT, donde circuló un borrador que recomendaba a los países miembros reconocer con los mismos derechos que a los gremios a organizaciones de trabajadores informales, cooperativistas y desocupados, figuras que no están en la actual Ley de Asociaciones Sindicales. Esto encendió la alarma en la delegación argentina que representó a la CGT, encabezada por Gerardo Martínez (UOCRA). La preocupación fue que esta reforma se convirtiera en una nueva grieta del unicato, y que el monopolio de la representación sindical sufriera otro golpe.

Según las versiones que circularon esos días, desde la CGT ordenaron a Martínez rechazar esta idea, al considerarlo contrario a la ley 23.551. Luego de intensas negociaciones, se logró introducir algunas aclaraciones para el caso argentino, y así evitar que la legislación internacional quede a contramano de la normativa nacional.

Mirando hacia adelante
Con el tema instalado como nunca en la agenda sindical, en un futuro cercano parece inevitable que se discuta sobre qué gremios necesita y quiere el país. Y con un cambio de gobierno a la vuelta de la esquina, todas las miradas apuntan a los presidenciales.

“Hoy el tema del unicato sindical no está en la agenda de los principales candidatos, si de los partidos con menos inserción. Pero alrededor de Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa no se está hablando de modelo sindical”, reconoce Duarte. Incluso, agrega, “los tres están buscando que el tradicional sindicalismo peronista los apoye. Por lo tanto ninguno se animaría a plantear el tema en este momento. No es agenda, y no creo que lo sea en el corto plazo”.

En tanto, en la CTA de los Trabajadores, que también pelean por el reconocimiento y cuestiona el unicato, esperan que la personería llegue más allá de alineamientos políticos y gobiernos por venir. “La CTA está en una etapa de fortalecimiento, con el acercamiento de gremios medianos y chicos que no tienen cabida en otras organizaciones. El espacio nuestro existe, van a tener que reconocerlo, la cuestión de la personería va a llegar sola, nos la van a tener que dar sin que la pidamos. El trabajo de la CTA sigue avanzando”, le dijo a Gestión Sindical Pedro Wasiesko, secretario Adjunto de la central.

Por el momento, el modelo heredado de Juan Domingo Perón se sostiene, contra viento y marea. Y si bien el clasismo avanza, lejos está de poner en juego de forma concreta la hegemonía de la dirigencia ortodoxa. Queda claro que los esfuerzos por democratizar los gremios deberán contar antes con una ley que lo fomente. Si no será muy difícil que algo cambie.


 

Proyectos en danza

“Hoy en la Argentina podés elegir diputado, gobernador o presidente, pero no podés elegir a tu delegado sindical”. Con esa frase, la CTA Autónoma lanzó una campaña para lograr la modificación de la ley 23.551. Esta central es hoy la más interesada en cambiar las reglas de juego, y apuesta todo a que el Congreso trate la iniciativa de Víctor de Gennaro, que busca terminar con el unicato.

La propuesta del sector es un cambio radical, una reforma integral que deja sin efectos los principales lineamientos de la actual normativa. Bajo el nombre de Ley de Trabajadoras y Trabajadores Sindicalizados, se elimina el sistema de personerías gremiales, que es reemplazado por un registro de organizaciones de los trabajadores, y pasa a la Justicia del Trabajo todas las atribuciones que hoy tiene el Ministerio de Trabajo de la Nación. Además elimina los descuentos obligatorios, entre otras cuestiones (2).

Además del proyecto de De Gennaro, existen varias iniciativas que buscan reformar de alguna manera el unicato, aunque ninguna con tanta potencia como la del actual candidato a presidente por Unidad Popular. Una de ellas es la de Facundo Moyano, que en 2013 presentó su proyecto cuando abandonó el Frente para la Victoria. La normativa del hijo menor de Hugo Moyano no elimina la personería gremial ni limita los mandatos de los secretarios generales, pero sí corre al Ministerio de Trabajo de la regulación sindical, entregando esta potestad a la justicia laboral.

Por su parte, dos senadores opositores presentaron el año pasado proyectos para tocar uno de los aspectos más discutidos cuando se aborda el modelo sindica: la perpetuidad de los cargos. Tanto Gabriel Michetti (PRO) como Jaime Linares (GEN) quieren limitar los mandatos de los secretarios generales para evitar que pasen décadas en sus sillones. “Buscamos la alternancia”, dijo Linares, actual candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por el frente Progresistas. Hasta el momento ninguno de todos los proyectos fue abordado, y se espera la voluntad política del oficialismo –primera minoría en ambas cámaras –para que algo se mueva al respecto.

Para el docente y especialista en temas gremiales Jorge Duarte, no hay demasiadas chances de que estos proyectos se traen en el corto plazo. “En lo inmediato no creo que se traten, todos los gobiernos han intentado avanzar sobre alguna medida similar, y encontraron profundas resistencias”, le dijo a Gestión Sindical.

Según su análisis, el proyecto de De Gennaro y el de Facundo Moyano, entendidos como los más importantes, “proponen cosas distintas. “El del líder de Unidad Popular es un cambio absoluto del modelo sindical argentino, buscar otro modo de organización. Mientras que el de Moyano está tratando de adecuar el modelo argentino a un clima más democrático y participación”, sostuvo.

En pocas palabras, par a Duarte el proyecto de De Gennaro “quiere poner todo patas para arriba”, mientras que el del diputado del Frente Renovador “es un cambio para que no se cambie todo”. Este último generó un consenso dentro de la CGT Azopardo, por lo que tendría alguna chace de ser tratado, aunque lejos de tener una resolución inmediata.

1-Página/12, 16 de octubre de 2009.
2-El proyecto de Víctor de Gennaro se puede leer completo en www.xnuevaleysindical.org.

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