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Sin “revolución de los aviones”: Avianca, que llegó de la mano de Macri, dejará de volar en la Argentina y hay 280 puestos de trabajo en riesgo

07. 06. 2019

La empresa que desembarcó en el país tras un negocio con la familia Macri acumula una deuda de u$s 30 millones. En febrero ya había presentado la solicitud de Procedimiento Preventivo de Crisis. Adeuda salarios y se teme que cierra definitivamente.

La aerolínea low cost Avianca, que se quedó a fines de 2016 con la operatoria de la compañía de vuelos chárter del presidente Mauricio Macri (MacAir), dejará de volar por noventa días como respuesta a la crisis que vive el sector en general y la firma en particular.

La compañía tiene 280 trabajadores en el país y en febrero ya había presentado la solicitud de Procedimiento Preventivo de Crisis por el impacto del “violento y repentino corrimiento” del precio del dólar, según argumentó en ese momento la aerolínea colombiana.

La suspensión por tres meses de sus vuelos ahora tiene que ver con la imposibilidad de competir por precio. “Con los actuales aviones y la competencia que existe, resulta inviable continuar con las operaciones en estas condiciones”, justificó el CEO de la compañía, Carlos Colunga. El objetivo, según explicó Colunga, es “reformular su plan de negocios”.

La compañía aprovechó el paro de 24 horas de tripulantes de cabina, en demanda del pago de salarios a término y en defensa de la fuente de trabajo, para iniciar la pausa que estaba prevista.

“No podemos competir en las condiciones actuales porque, por ejemplo, en la ruta a Mar del Plata, Aerolíneas Argentinas nos pone un vuelo encima del nuestro, con un jet, a un precio más bajo y en 12 cuotas. Es imposible para nosotros competir así. Por lo tanto, hoy presentaremos ante la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), una solicitud para dejar de operar los vuelos regulares, no los chárteres, por 90 días y en ese lapso veremos cómo reformulamos el negocio”, detalló Colunga.

Entre los anuncios rimbombantes de Cambiemos al asumir en el Gobierno se encuentra el programa de apertura de los cielos, que el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, bautizó “Revolución de los aviones”.

La idea, nada original, era abrir el mercado aerocomercial argentino a empresas extranjeras para quedarse con rutas rentables y explotarlas bajo la modalidad de precios bajos (low cost).

Este modelo requería de una maduración del negocio aerocomercial y de una demanda en constante crecimiento para que tuviese el efecto buscado. Pese a las alertas de sindicatos, empresarios del sector y hasta de la entonces titular del Aerolíneas Argentina Isela Costantini –que le costó el puesto—el plan continuó.

En diciembre de 2016 se realizó la primera audiencia pública para recoger los pedidos de rutas de las empresas interesadas en explotar el segmento low cost, donde hicieron punta American Jet, Andes, Alas del Sur, Flybondi y Avianca. En este último caso, bajo el nombre de Avian Líneas Aéreas, la compañía colombiana desembarcó en el país comprando la compañía MacAir, que supo tener como accionistas a Sideco y Socma y a Carlos Colunga, quien todavía hoy es CEO de Avianca y asesor en temas aeronáuticos.

La transferencia de las acciones se perfeccionó el 31 de octubre de 2016, meses antes de la primera audiencia para repartir rutas y frecuencias. En ningún momento trascendió el valor por la cual se hizo la transferencia de las acciones.

Esta operación de último momento generó algunos interrogantes que fueron llevados a la Justicia bajo denuncia de presunción de fraude por un supuesto acuerdo que habría incluido la promesa de garantizarle rutas de vuelo. Las sospechas de corrupción obligaron a postergar la entrega de las primeras 26 rutas adjudicaras hasta que el Gobierno emitió un decreto sobre conflicto de intereses que le permitió tapar el conflicto.

Desde entonces operó sin problemas y en los sucesivos llamados a audiencia pública fue incorporando más rutas y frecuencias. El año pasado llegó a operar 4408 vuelos, que representaron el 2 por ciento de la torta de cabotaje.

Pero la caída de la actividad económica, la pérdida de poder adquisitivo, el salto cambiario y la suba de tasas de interés (que impacta en la financiación de pasajes) deterioró la actividad y en febrero la compañía solicitó el preventivo de crisis. La propuesta incluyó pagar a sus trabajadores el 75 por ciento del salario de sus trabajadores.
“En el plano general, se acentuó aún más un proceso de retracción que ya estaba en curso y, en lo particular de la actividad, tanto la demanda de vuelos de cabotaje como el tráfico corporativo sufrieron una enorme merma”, justificó Colunga.

Ahora suspende la operatoria en el país al menos hasta diciembre, después de las elecciones. Por su parte, el ministro Dietrich aseguró que la compañía venía con problemas desde sus inicios y responsabilizó, como siempre, a los gremios por su “intransigencia”.

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