Operativo Cóndor: a 54 años de la gesta histórica peronista en Malvinas, el emotivo recuerdo de Andrés Castillo, uno de sus protagonistas
En una entrevista radial, el actual delegado gremial bancario de la Ex Caja Nacional de Ahorro y Seguros y secretario nacional adjunto de la Asociación Bancaria, rememoró el 28 de septiembre de 1966, cuando junto a otros 17 jóvenes de la JP desviaron un avión y lo aterrizaron en las islas para desplegar siete banderas argentinas en ese territorio usurpado por los británicos. Fue un hecho que buscó reivindicar la soberanía argentina y se dio a pocos meses de que asumiera el dictador Juan Carlos Onganía.
Este lunes se cumplen 54 años de lo que fue una verdadera gesta. Un hecho histórico que vale la pena reivindicar. Se trata de la acción conocida como Operativo Cóndor, que tuvo lugar el 28 de septiembre de 1966 y cuyo fin era reivindicar la soberanía argentina en Malvinas. Aquel día un grupo de militantes de la resistencia peronista aterrizó un avión en Puerto Argentino, Malvinas, y desplegó siete banderas argentinas en un territorio usurpado por los ingleses desde hacía 133 años. Y entre los 18 jóvenes de la Juventud Peronista (JP) que participaron se encontraba Andrés Castillo, actual delegado gremial bancario de la Ex Caja Nacional de Ahorro y Seguros y secretario nacional adjunto de la Asociación Bancaria, quien cuenta que “el principal objetivo era reivindicar la soberanía, que era algo olvidado y escondido de la historia oficial”. Además, en una entrevista con el programa Filosofía Rock, que se emite por la FM Caput, cuenta que “cuando aterrizamos rebautizamos el puerto como “Puerto Rivero”, como homenaje al “Gaucho” Antonio Rivero, el primer luchador popular y defensor de la soberanía”.
Castillo remarca que para él ese Operativo fue “un ideal muy sentido, es la soberanía de Malvinas. Es una tierra olvidada para algunos liberales que dicen que la Argentina tiene muchos kilómetros de tierra y que para qué quieren las Malvinas. Pero los intereses del imperio están en el petróleo y en la salida a la Antártida”. Y, al recordar los detalles de la histórica jornada lo primero a lo que se refiere es al hecho de que todo se haya realizado por medio de un vuelo de línea, que salió de Aeroparque. “Era un vuelo comercial de Aerolíneas, un DC4. Nunca había sido desviado un vuelo comercial en el mundo, entonces no había ninguna forma de detectar armas”.
– Usted subió como un ciudadano totalmente normal, con otra identidad, porque no había casi controles en ésa época.
– No había ningún control. Ni siquiera te pedían documentos, vos decías cómo te llamabas nada más.
– ¿Y cómo fue todo el proceso hasta llegar a desembarcar allá?
– Te cuento, cuando el avión estaba en el lugar que suponíamos que estaba cerca de dónde teníamos que desviarlo, Dardo Cabo y el compañero Giovenco se adelantan en la parte de adelante del avión y le dicen al comandante que el avión estaba tomado. El al principio no lo creía. Dos compañeros fueron a la cola del avión y le dijeron a las azafatas lo mismo, pero lo tomaron en broma porque, te vuelvo a repetir, nunca se había desviado un avión. Tomamos el rumbo 107, que es una forma de llegar a Malvinas. Nos piden si teníamos planos. Y Dardo tenía unos planos que eran marítimos. ¡No sabíamos que los planos son distintos! Y nos dicen: “Esto no me sirve porque son planos marítimos, no son aéreos”, jajaja. Y así fuimos rumbo a Malvinas, medio a ciegas. Yo me fui a la cabina de adelante y me encuentro con el problema de que las Malvinas no aparecían, estaba muy cerrado como es común en ésa zona, y no sabíamos qué hacer.
De esa forma, no les quedó mucha más opción que seguir volando “hasta que el avión detectara tierra. Cuando pasó eso el comandante bajó del avión y encontramos una huella que ni siquiera era un camino, era una huella. Y seguimos esa huella que podría haber ido a cualquier lado, pero nos llevó a lo que íbamos a bautizar como “Puerto Rivero”. Allí aterrizamos en contra del viento (porque había muchísimo viento). La idea nuestra era carretear hasta el poblado para tomar el lugar de la comandancia de Malvinas. El avión aterrizó y se clavó en la tundra. Se acercaron algunos policías desarmados, algunos mercenarios belgas, el dueño del bar donde se juntaba la gente también, y nos pusieron unos Land Rover para que el avión no pudiera salir”.
En ese momento, cuenta, “tomamos siete prisioneros, entre los cuales estaba el jefe de la policía y las personas éstas. No pusieron resistencia ni nada. Y así fue como bajamos, cantamos el himno, Dardo fue hasta la comandancia y les dijo que se rindieran. El que estaba a cargo de la comandancia nos dijo que nos rindiéramos nosotros, y nos quedamos en el avión, donde pasamos la noche. Al día siguiente nos comunicamos por radio con varias radios de “radioaficionados” que transmitieron que estábamos en Malvinas y que habíamos aterrizado”. Cuando decidieron bajar del avión, él fue el primero en hacerlo: “Pusimos una cuerda (yo no tenía instrucción militar, por supuesto) de donde me agarré pero la tuve que soltar porque me quemé las manos y caí con mis pies en la tierra. Ahí sentí una emoción muy grande que viaja conmigo permanentemente. Esa emoción es imborrable en mi vida. Ahora todavía se me pone la piel de gallina”.
– ¿Cómo fueron recibidos luego en nuestro país?
– Nos bajaron a escondidas, como después bajaron a los soldados que fueron a Malvinas. No nos llevaron al lugar más cercano, que era Comodoro, pero nos llevaron a Ushuaia, que era un lugar muy pequeño con muy pocos habitantes y donde no iba a haber ninguna repercusión. Nos bajaron a la madrugada, del Barco Bahía Buen Suceso, un barco argentino que nos fue a buscar porque los ingleses nos querían sacar de encima y dejaron que nos juzgaran argentinos por haber luchado por la soberanía. Estuvimos allí presos. Yo estuve nueve meses preso con casi todos mis compañeros. Dardo Cabo estuvo dos años preso. Y yo quiero rendirle un homenaje a nuestros compañeros, muchos de los cuales fueron asesinados por la dictadura militar. A Dardo, que estaba preso y en un invento de una fuga lo mataron. A Salcedo, que lo mataron también, en la calle Oro. A Ramírez, que también lo mataron.
– Más adelante, durante la dictadura, estuvo secuestrado en un centro clandestino de detención. Y siempre mostraste tu orgullo por no dar ninguna señal para que tus compañeros fueran encontrados. ¿Qué fue lo que lo mantuvo firme?
– El que defendía una causa justa y, por supuesto, que esa causa justa pasaba por defender a mis compañeros. Aquellos compañeros que dependían de mí, que tenían relación directa políticamente, podían dormir tranquilos en sus casas porque yo no los iba a delatar.
– ¿Cómo vivió luego, volviendo al tema de soberanía, lo que fue la Guerra de Malvinas?
-En ese momento estaba exiliado en España. Fue muy duro.
– Después de tanto dolor, vinieron los gobiernos de Néstor y Cristina. ¿Cómo fue volver a sentir el reconocimiento?
– Nosotros fuimos escondidos por la historia oficial pero Cristina nos devolvió estar inscriptos en la historia. Nos devolvió la vida. Hizo desplegar las banderas en lugares estratégicos del país como en el parlamento, en la Virgen de Itatí, en el Museo de Malvinas, en el Mausoleo de Néstor, en la Basílica de Luján.
– ¿Quisiste volver alguna vez a Malvinas, sólo o con algún grupo de veteranos?
– Iba a volver en una oportunidad en que íbamos a firmar un acuerdo salarial, en el cual se incluía que un banco y la bancaria le pagaban el viaje a compañeros bancarios que fueron veteranos de Malvinas. El avión pidió la autorización para transportarnos y lo bocharon porque viajaba yo.
– En una entrevista que te hicieron contaste que conociste a Evita, que fue a tu escuela y la conociste a ella y a Perón. ¿Encontrás una relación entre ella y Cristina, cuando vos decís que Cristina los trajo a la vida porque les dio un lugar en la historia?
– Hay un paralelismo entre Evita y Cristina. Cada una en su tiempo, pero hay un hilo conductor que es el mismo que es la defensa de los derechos de los más desposeídos y el producir hechos concretos. Evita con la fundación Eva Perón, y Cristina llevando adelante una política de confrontación y enfrentamiento con la oligarquía que impide que este pueblo salga adelante, que la gente tenga comida, que tenga casa, que tenga estudios.
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