Mirgor ya había despedido a 68 trabajadores en febrero y, luego, reducido personal con retiros voluntarios. Es de Nicolas Caputo, primo del ministro de Economía.
Mirgor, la firma a cargo de Nicolás Caputo (primo del ministro de Economía, Luis Caputo), tiene una clara decisión: seguir achicando su personal. Así, y luego de los despidos que realizó en febrero y del plan de retiros voluntarios que abrió en mayo, ahora decidió cesantear a otros 300 empleados.
Los afectados ahora son un grupo de operarios con contratos sucesivos desde 2020 y 2022, quienes se quejaron sin trabajo tras la finalización de sus contratos el 1 de septiembre. A pesar de que la empresa continúa contratando algunos nuevos trabajadores (en un número mucho menor), estos empleados no han sido convocados nuevamente.
Los despedidos se presentaron en la sede de la UOM en Río Grande para reclamar una respuesta o acción sindical. Denuncian que la empresa ha optado por desvincularlos, a pesar de que la modalidad de contrataciones por tiempo indeterminado en el sector fabril permite a Mirgor continuar con esta práctica contractual.
Los manejos de la compañía de Nicolás Caputo
La situación en la empresa de Nicolás Caputo ha generado mucho malestar entre quienes aseguran sentirse abandonados por la firma y por el sindicato metalúrgico, que históricamente ha permitido esta modalidad contractual. Y los afectados reclaman una urgente solución a esta situación.
Las contrataciones por tiempo indeterminado en el sector fabril han sido criticadas por permitir a las empresas como Mirgor mantener a los trabajadores en una situación de inestabilidad laboral, sin garantías de continuidad en el empleo.
En cuanto a la compañía de electrodomésticos y autopartes, hay que señalar que es de las más grandes del sur del país y una de las poquísimas sobrevivientes al tsunami de recortes de beneficios fiscales, gracias a su “portación de apellido”.
En febrero Mirgor ya despidió a 68 supervisores. Pero el conflicto se había iniciado a mediados de 2023, cuando la patronal pretendió traspasar a los supervisores de la empresa a otra rama (de autopartistas a electrónica), lo que equivalía a una reducción de los salarios que alcanzaban hasta un 20%.
La Asociación de Supervisores de la industria Metalmecánica, Metalúrgica y Minera (ASIMRA) rechazó rotundamente esa posibilidad.
Sin embargo, a pesar del rechazo de la entidad gremial, Mirgor avanzó de manera individual entre los trabajadores, disponiendo la desvinculación con la empresa en aquellos que no acepten el cambio de rama. Una clara maniobra de apriete y extorsión.
Recorte por las buenas o por las malas
Por otra parte, en mayo pasado abrió un plan de retiros voluntarios, en otro capítulo del ajuste, aunque en esa ocasión recurriendo a una herramienta con baja conflictividad laboral.
Según se pudo saber en ese momento, la medida en principio apuntaba a operarios con antecedentes de ausentismo, y rápidamente logró la adhesión de alrededor de 20 trabajadores, que habrían aceptado renunciar a su empleo a cambio de una compensación monetaria y ciertos beneficios.
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No se supo después cuál fue finalmente el éxito que tuvo la patronal con su estrategia, aunque fuentes gremiales aseguraron que la convocatoria a retiro voluntario era una carta que podría volver a utilizarse en cualquier momento, dependiendo de “las necesidades de la firma” y del nivel de aceptación que tenga la propuesta entre los trabajadores.
Por lo pronto, y con la nueva tanda de despidos, queda claro que “las necesidades” de la empresa de los Caputo de seguir recortando personal sigue presente.
Mirgor tiene cuatro plantas en Río Grande, donde fabrica componentes electrónicos, autopartes, celulares y computadoras, entre otros productos. Tiene su sede administrativa en la Ciudad de Buenos Aires y sitios industriales también en Garín, Baradero y Bolívar.
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