El triunvirato de la CGT volvió a ser desautorizado y cae otra vez en una crisis
El paro general que no fue acatado por importantes gremios y la salida del «Barba» Gutiérrez pone de relieve la profunda fractura entre “dialoguistas” y “combativos”. La interna del PJ también impacta, ya que hay quienes empujan por superar la etapa kirchnerista y quienes siguen alineados con la expresidenta.
El triunvirato de la CGT volvió a hundirse en otra crisis de autoridad luego de recibir dos sonoros cachetazos con el fallido paro general que no fue acatado por importantes gremios y la salida del «Barba» Gutiérrez, con lo cual vuelve a sonar con fuerza una inminente fractura de la central entre «dialoguistas» y «combativos».
Los dos golpes recibidos por la conducción tripartita vinieron de sectores opuestos: por un lado los sindicatos que no fueron al paro convocado y piden mantener el diálogo con la Casa Rosada sin ir a una escalada del conflicto y, por el otro, un dirigente que reclama más dureza en sus postura con el macrismo. En el medio, Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña intentan surfear esa interna desde que en octubre del año pasado se logró una trabajada y frágil unidad, pero lo cierto es que cada vez le está costando más bajar las tensiones y lograr que sus decisiones sean respetadas por las distintas facciones.
De hecho, semanas atrás, el moyanismo se desentendió de las negociaciones que el triunvirato realizaba con el Gobierno para acordar una reforma laboral los perjudique lo menos posible y salió a marchar contra esa iniciativa junto a sindicatos de otras centrales como las CTA.
En ese contexto, la interna peronista también impacta de lleno en la CGT ya que sus integrantes observan de cerca una disputa que siguen sin resolverse en el seno del PJ, entre quienes empujan por superar la etapa kirchnerista y quienes siguen alineados con la expresidenta.
En el Consejo Directivo cegetista prevalecen los primeros, pero les sucede lo mismo que a los dirigentes del peronismo no K que buscan una renovación del partido, como Florencio Randazzo o Sergio Massa: frente a los sucesos del día a día de la política deben adoptar posturas que los dejan a un lado o al otro de la polarización que promueven el macrismo y el kirchnerismo, lo cual pagan con pasos en falso, acciones contradictorias y desgaste.
La falta de autoridad del triunvirato también preocupa y desconcierta al Gobierno, que le cuesta ver a esos dirigentes como representativos de toda la CGT y, por ende, como interlocutores válidos para poder con ellos acordar diversas cuestiones.
La Casa Rosada ya había percibido esto mismo el año pasado, tras otros sucesos similares de rebelión interna en la CGT, por lo cual en aquella oportunidad debió convocar a los exjefes de la central, Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, para conversar con ellos los temas laborales y políticos.
La real ausencia de un dirigente que pueda ser secretario general único de la CGT representando a todos los sectores de la central viene siendo el único argumento que mantiene ese esquema de conducción con vida, pero tras los últimos sucesos esto podría ser sometido a revisión.
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