Mañana, durante una reunión de la CATT en la sede de la UTA, se analizará la estrategia a seguir: a partir de abril, se prevén asambleas de cuatro horas de protestas en los lugares de trabajo; después un paro nacional.
Mientras avanza el proceso de reunificación de la CGT, la dirigencia sindical peronista comenzará a mover mañana su maquinaria gremial para sumarle presión al Gobierno. Será en una reunión de la «mesa chica» de la Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT), la principal fuerza de coerción de la central obrera, donde se prevé dar aviso de una escalada de protestas a partir de abril contra el Impuesto a las Ganancias, entre otras reivindicaciones. Será el mismo día de la asamblea legislativa que presidirá Mauricio Macri.
Se trata del conglomerado sindical que más preocupa a Macri por su capacidad autónoma de darle contundencia a un paro nacional o de producir un fuerte impacto económico con la restricción de los servicios. Incluye a gremios estratégicos como el de colectiveros (Unión Tranviarios Automotor), maquinistas ferroviarios (La Fraternidad), Camioneros, varios del sector portuario y los aeronavegantes.
El encuentro, previsto para la tarde de mañana en la UTA, contará con el anfitrión, Roberto Fernández, que suele ir acompañado por el secretario de Prensa, Mario Calegari (habitué de encuentros por la unidad de CGT), el ferroviario Omar Maturano, el camionero Omar Pérez, el aeronavegante Juan Pablo Brey y el secretario general de la CATT, Juan Carlos Schmid, referente de los portuarios.
Al tope de la agenda (y casi en soledad) figura el tratamiento de la problemática de Ganancias, que impacta con particular intensidad en los gremios del transporte. Los dirigentes del sector alegan que el número de trabajadores alcanzados por los descuentos del tributo es muy superior al promedio del 10% de los asalariados que contabiliza el Gobierno. Y recuerdan que se trata de una promesa de campaña incumplida por parte de Macri, que había asegurado que los asalariados dejarían de pagar el impuesto en su gestión.
En la CATT cayó como un baldazo de agua fría el anuncio de que este año sólo habría una suba del mínimo no imponible y que pasarían a 2017 los prometidos cambios en las escalas y en las deducciones.
«Nosotros no aceptamos ningún cambio. Ni siquiera los que puedan negociar las CGT con el Gobierno. Exigimos que Ganancias sea derogado, y si Macri no lo hace, como había prometido en la campaña, vamos a protestar a partir de abril: primero, con asambleas de cuatro horas en los lugares de trabajo; después, con un paro a nivel nacional de los gremios del transporte», le adelantó anoche Maturano a Ámbito Financiero.
El ferroviario suele expresar las posiciones más duras e intransigentes en la interna de la CATT. De todos modos, ayer Brey se sumó a las advertencias: «Hay mucho descontento por Ganancias y la calentura es general». El dirigente agregó que mañana planteará su preocupación por la posibilidad de que la nueva administración de Aerolíneas Argentinas, a cargo de Isela Costantini, aplicase un recorte de personal en torno del 30%, y que comenzara con una política de promoción de los denominados «cielos abiertos» para la línea de bandera. Según Brey, ambas problemáticas preanuncian «un clima belicoso» para la reunión de CATT.
El grupo de sindicatos tomó relevancia en el último tramo del Gobierno de Cristina de Kirchner, cuando un reagrupamiento ubicó a la mayoría de ellos, hasta entonces repartidos entre oficialistas y opositores en igual medida, bajo ese sello contrario a la gestión anterior. De hecho, la adhesión de la CATT fue decisiva para la contundencia de los últimos paros nacionales contra esa administración. Su carácter estratégico también quedó de manifiesto cuando el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, visitó a sus líderes en una de sus primeras actividades.
Fuente: Ámbito Financiero
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