Las plantas de Vicentín continuarán paralizadas durante febrero, sus trabajadores suspendidos y crece la incertidumbre
Los complejos de la agroexportadora iban a retomar la actividad el lunes, pero se extendió la suspensión por un mes más. El directorio le comunicó al personal que está negociando una salida a la crisis y que la medida es para «ganar tiempo».
Transcurridos 50 días de declarado el default por «estrés financiero» y aún sin definiciones oficiales sobre la propuesta de pago a los acreedores, el directorio de Vicentín le comunicó este jueves a los trabajadores que sus complejos industriales ubicados en Santa Fe continuarán paralizados durante febrero.
Las plantas se frenaron días después que la aceitera entró en cesación de pagos, a comienzos de diciembre de 2019.
A mediados de enero, estaba previsto que la agroexportadora retomara la actividad, pero en ese momento se dispuso una prórroga de la suspensión de las fábricas por una quincena más, hasta el 3 de febrero.
No obstante, los operarios, que permanecen en calidad de “guardias pasivas”, no se reintegrarán a sus puestos de trabajo la semana próxima y seguirán en igual condición hasta que la empresa establezca lo contrario o se alcance un acuerdo en relación a cómo salir de la crisis.
«El 3 de febrero se renovarán las guardias pasivas por todo el mes de febrero sin pérdida de remuneración”, apuntaron desde el holding, que acumula una deuda superior a u$s 1300 millones.
Asimismo, la compañía le informó a los empleados que «sigue buscando una salida a la compleja situación económica por la que atraviesa». “Comprendemos lo difícil que es para cada uno de todos nosotros sobrellevar este momento, pero la realidad es que negociaciones tan complejas que permitan encontrar una solución requieren tiempo de trabajo y análisis, y es muy importante mantener la serenidad”, aseguraron, y destacaron que la cerealera está abocada 24/7 a explorar distintos caminos para superar la coyuntura, priorizando la puesta en funcionamiento nuevamente de las plantas, que permitan mantener las fuentes de trabajo.
«La época del año hace que estos procesos sean particularmente mucho más lentos de lo que desearíamos”, resaltaron las cabezas de la firma agroindustrial, y agregaron: «Es necesario tiempo para cerrar las negociaciones».
Hace 10 días, Vicentin llegó a un acuerdo con firmas colegas para reactivar temporalmente una de sus plantas, situada en la ciudad de San Lorenzo, en las cercanías de Rosario. El contrato de fasón con otros cuatro gigantes del sector –Molinos, AGD, Bunge y Dreyfus– le permitirá a la agroexportadora moler durante un mes 150.000 toneladas de girasol.
Sin embargo, el arreglo no contempla la renovación una vez finalizado el plazo. Se trata de una medida transitoria que busca darle oxígeno financiero a la firma para que pueda afrontar las deudas que posee con los acreedores menores.
«No resulta una solución definitiva a los problemas financieros que atraviesa el grupo santafesino», sostuvo una fuente cercana al proceso, y añadió que «además de reactivar el establecimiento de Ricardone, el fasón hace que la rueda siga girando y no que se interrumpa la cadena de pagos, evitando que el mercado del girasol no se vea tan perjudicado por la situación, ya que Vicentín representa casi el 50% del segmento».
El panorama se complica día a día. Esta semana, los productores, acopios y otros proveedores comerciales rechazaron el anticipo de plan de pago que les adelantó la compañía el viernes pasado, del que aún resta conocer los detalles.
Según Nicolás Galli, vocero de «Sumando Cabezas», la iniciativa que conformaron días atrás acreedores del mercado granario con el objetivo de armar un frente común para negociar con la aceitera, el grupo ya reunió a más de 150 damnificados del sector por la crisis de la agroexportadora, pero «a ningún miembro le pareció buena la propuesta que la empresa acercó».
Días atrás, también trascendió que la cerealera negocia un acuerdo de venta con la empresa europea Glencore para cederle más activos. En diciembre del año pasado, ya le vendió una parte de su participación en Renova, un emprendimiento que tienen en conjunto, y que entre sus operaciones cuenta con una planta de procesamiento sobre el Río Paraná.
La semana pasada, la relación con el Banco Nación, su principal acreedor de la banca local (la deuda con él asciende a más de $ 18.000 millones), se tensionó, cuando las nuevas autoridades de la entidad difundieron un lapidario informe en el que pusieron en tela de juicio el default de la empresa y aseguraron que su rojo no justifica su estado actual. La deuda de la exportadora con el banco asciende a más de $ 18.000 millones.
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