Un ránking de la revista Fortuna publicado en 2009 ubicó a los controladores aéreos en el primer puesto entre las labores que más estrés generan, seguida por los jueces y los choferes de colectivos.
El trabajo de controlador aéreo es considerado uno de los más estresantes que existen. Ser responsable de la vida de centenares de pasajeros, lo dice todo. Jonatan Doino, secretario general del sindicato que representa al sector, la Asociación Técnicos y Empleados de Protección y Seguridad a la Aeronavegación (ATEPSA), dio un ejemplo claro: «Si un médico falla y se equivoca mata a una persona, nosotros a más de 200».
En una charla con Gestión Sindical, comentó detalles de esta labor: «El nivel de estrés en nuestra profesión es importante, de las instrucciones nuestras depende el funcionamiento correcto de la actividad aerocomercial. Un error puede llevar a una vulnerabilidad de la seguridad y llevar a un accidente», planteó.
Como indica Doino, el trabajo de controlador aéreo es estresante porque de él dependen vidas. Implica ordenar el tráfico aéreo y prevenir colisiones entre aeronaves. El empleado en cuestión no debe estar en acción más de 90 minutos seguidos y luego descansa media hora. En general no trabaja más de cuatro días continuos y seis horas diarias.
El controlador aéreo puede trabajar en la torre de control o en un centro de control, y sus instrumentos de trabajo principales son la radio, para comunicarse con los pilotos de los aviones y pasarle las coordenadas o detalles climáticos solicitados, y, en algunos casos, los radares que dan cuenta del tránsito aéreo.
«En algunos aeropuertos hay radares y en otros no. En Ezeiza y Aeroparque, si. En el Palomar, Morón y San Fernando, que son de otra envergadura se usa la torres de control, donde no hay radar. Con las avionetas, el seguimiento es visual» detalla Doino.
También señala que «la meteorología es fundamental» y que «para eso se usa un instrumental específico, que brinda datos del viento, nubes, presión atmosférica y demás». «Son datos que el piloto puede llegar a pedir y que se están actualizando permanentemente», indica.
Y agrega: «En este trabajo no podés tener una infraestructura de última generación sin gente capacitada, ni tampoco al revés».
En general, el mayor momento de estrés es cuando existe mucho tránsito aéreo, algo que no sucede desde que conenzó la pandemia, pero que fue habitual durante los años de la gestión macrista, en la que se impulsó la «revolución de los aviones».
«Había aviones por todos lados, pero no había un ordenamiento, no se había hecho una inversión de infraestructura para afrontar con más seguridad ese aumento de cantidad de vuelos, O sea que hubo mas vuelos pero sin más infraestructura ni condiciones de seguirdad y eso triplicó el estrés. Muchas veces tuvimos que salir a denunciar que podría haber un accidente», se quejó el dirigente gremial sobre aquellos años.
A las dificultades que trae aparejada esta actividad en general, Doino le agrega los problemas propios de un país como la Argentina. «Pude pasar a veces que se te apaga la radio porque los equipamientos deberían ser más modernos», puntualizó. También alertó acerca de la sobrecarga laboral que existe en algunos casos.
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Para dedicarse a esta tarea, es necesario inscribirse en los cursos ofrecidos por la ANAC y los principales requisitos para anotarse son ser argentino nativo o por opción, tener entre 20 y 30 años, estudios secundarios completos y nivel de inglés intermedio alto.
Los aspirantes a controlador aéreo deberán realizar «complejas tareas que demandan un alto grado de pericia, elevado nivel de entrenamiento previo y una aplicación activa de capacidades cognitivas especiales como la percepción espacial, el tratamiento de la información, el razonamiento y la toma de decisiones», señala la ANAC en su página de internet.
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