La CGT, sin paro: «gordos» e «independientes» impusieron su número y cancelaron la reunión
El moyanisno no logró el aval necesario al suspenderse la sesión del Consejo Directivo. Tras el atentado a Cristina Kirchner, continuarán en «estado de alerta».
Finalmente los «gordos» y los «independientes» de la CGT impusieron su número y cancelaron la reunión de Consejo Directivo que estaba prevista para este lunes a la tarde. De esta manera, el moyanismo no obtuvo el aval necesario y quedó descartada la posibilidad de un paro general por el ataque a Cristina Kirchner.
Luego de la fallida sesión, la central obrera anunció que mantendrá «el estado de alerta» que había decretado luego del atentado contra la vicepresidenta de la Nación.
En medio de un clima de tensión e internas en la CGT, la negociación de hoy iba a girar en torno a una posible medida de fuerza propia para el próximo miércoles que impulsaban los sectores cegetistas cercanos al Instituto Patria, pero se terminó por descartar por falta de apoyo de la mayoría de los sindicalistas.
«Frente a la respuesta contundente de los trabajadores a la convocatoria efectuada y por las razones expuestas en la última reunión, corresponde dar por superada la reunión del Consejo Directivo convocada para el día de hoy», informaron desde la central obrera a través de un comunicado oficial.
Y en el comunicado, que lleva la firma de sus secretarios generales, se expresa también que se decidió «seguir la evolución de los acontecimientos y mantener el estado de alerta».
La CGT considera que el apoyo fue el «adecuado»
De esta forma triunfó la voluntad del ala tradicional de la CGT, representada por los cosecretarios generales Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (Estaciones de servicios), frente a los sectores más «combativos» que encarna el tercer cogobernante, Pablo Moyano.
Lo que impulsaba el dirigente camionero -cuyo acercamiento al kirchnerismo difiera cada vez más de la postura de sus pares cegetistas- era un paro general con movilización. Pero los gordos e independientes desecharon esto, en medio de una pugna en la que estos sectores mayoritarios buscan evitar que los sectores más kirchneristas alineen las acciones la central obrera con la agenda de la vicepresidenta.
Desde la CGT sostuvieron que el apoyo institucional a Cristina Kirchner, quien siempre se mostró distante del sindicalismo tradicional, fue el «adecuado».
Primero, con la publicación de una carta en la que rechazaba el «show mediático» de la causa Vialidad por corrupción que enfrenta. Y luego con el inmediato repudio al ataque que sufrió la vicepresidenta en la puerta de su domicilio en Recoleta por un hombre armado que no logró dispararle. Y, por último, con haber participado en la marcha del viernes ya era suficiente apoyo.
La postura de Moyano hijo era compartida por su disidente grupo, integrado por Omar Plaini (Canillitas), Héctor Manrique (SMATA), y el nuevo ministro de Trabajo del gobierno de Axel Kicillof en la provincia, Walter Correa (Curtidores).
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Además, contaba con el apoyo de Sergio Palazzo (Bancarios), Vanesa Siley (Judiciales) y Abel Furlán, quien hace pocos meses desplazó al histórico dirigente Antonio Caló al frente de la UOM.
Sin embargo, y sumado al peso histórico del llamado sector de «los gordos» (Daer y Armando Cavalieri, de Comercio) y de «los barrionuevistas» (Acuña), la balanza se terminó de inclinar con la facción de «los independientes», liderada por Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (UOCRA) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias).
Intentar alejarse del «kirchnerismo duro«
Las voluntades sindicales vuelven así a desencontrarse tras varios meses de fisuras y ante un nuevo escenario político incierto por el atentado contra Cristina Kirchner, cuyo gobierno -pese a las diferencias- es socio de la CGT.
Los grupos conservadores destacaron «el rápido respaldo a la vicepresidenta», pero entendieron que una nueva marcha «iba a dejar a la CGT muy supeditada a la agenda del kirchnerismo duro», en medio de un contexto complejo para los trabajadores.
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Por ese motivo el sindicalismo clásico declinó dar un paso contundente en las calles en nombre de la vicepresidenta.
Los sectores fuera del radar de Pablo Moyano prefirieron la cautela para enfocarse en la «agenda laboral», que tiene pendiente el debate por un nuevo sistema mixto entre paritarias y bonos para aumentar sueldos.
Además de querer seguir de cerca la evolución del programa económico de Sergio Massa, quien ya aplicó una quita millonaria de fondos públicos para las obras sociales gremiales.
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