Repartidores de Apps denuncian «despidos encubiertos» en represalia por querer sindicalizarse
Mientras continúa su lucha para obtener la personería gremial, el Sindicato de Trabajadores de Reparto por Aplicación expone la precariedad laboral del sector.
Durante 2020, en plena pandemia, los repartidores de Apps decidieron unirse para luchar contra la precarización laboral y formar el Sindicato de Trabajadores de Reparto por Aplicación (SiTraRepA). Pero la realidad es que no solo no lograron todavía la personería gremial, sino que denuncian que están sufriendo «despidos encubiertos», en represalia por querer organizarse.
Este joven gremio está integrado en su totalidad por trabajadores del sector. Eso hace que las consecuencias de la lucha la sufran de forma directa. Por eso, por ejemplo, su secretaria adjunta prefiere que en las entrevistas no se difunda su apellido, ya que teme ser bloqueada por Rappi o Pedidos Ya.
Así lo explicó Belén en diálogo con Ámbito Financiero, asegurando que ese habitual ese accionar por parte de las Apps con las que trabajan. «Son despidos encubiertos», explica, quien se debate entre luchar por los derechos y cuidar su propia fuente laboral.
Repartidores de Apps: una lucha permanente
Sobre los orígenes del gremio, recuerda que trabajar durante la pandemia fue muy difícil, todo fue muy difícil. «Había una gran contradicción. Teníamos que presentar un certificado de ‘trabajadores esenciales’ para circular, pero no teníamos ningún derecho como tales», explica.
Ninguna aplicación les garantizaba ni siquiera los insumos básicos para protegerse del coronavirus. «Estábamos expuestos, no había alcohol en gel y los barbijos empezaron a llegar muy tarde», recuerda.
Sin embargo, las primeras luchas no fueron para pedir un salario básico ni siquiera un seguro para riesgos del trabajo: el objetivo inicial fue acompañarse entre todos. «La organización empezó sobre la base de congregarnos para hacernos el aguante, en puertas de shoppings y casas de comida», dice.
Hoy en día, el SiTraRepA tiene 2.500 afiliados en todo el país, entre los que se encuentran algunos trabajadores de Mercado Flex y Rapiboy. Y todos luchan por lograr el reconocimiento del Estado, con varias trabas por delante.
Lo primero que les pasó, cuenta Belén, es que cuando iban a reclamar a las oficinas de las firmas «nos dimos cuenta de que eran empresas fantasmas, nadie salía a darnos respuesta».
Y algo similar les ocurrió cuando llevaron el reclamo al Ministerio de Trabajo: «Ahí nos dijeron que ellos no eran competentes, porque nosotros somos ‘colaboradores’ a los ojos de cualquiera que vea la relación construida por la empresa».
Sin embargo, continuaron todo este tiempo reclamando por sus derechos y al menos actualmente el pedido del reconocimiento sindical figura en un expediente dentro del ministerio. Ahora, claro, habrá que ver cuándo avanza.
La importancia de ser reconocidos como trabajadores
Mientras tanto, desde el SiTraRepA reclaman por un aumento de las tarifas que se cobran por cada envío. «No nos alcanza para llegar a fin de mes», asegura Belén, que remarca que «necesitamos ser reconocidos como trabajadores».
Eso es lo que les permitiría acceder a un régimen más regular, como «tener obra social, días por enfermedad, vacaciones pagas y todos los derechos».
Además les permitiría «tener seguro contra todo riesgo. Si nos pasa algo con la moto o la bicicleta, que alguien se haga cargo, porque somos nosotros los que debemos poner de nuestro bolsillo».
Lo mismo, agrega, «si se rompe el teléfono. Hoy en día todos los costos del trabajo los ponemos nosotros, y las ganancias se las llevan las empresas».
Por último, cuenta que aunque muchos piensan que se trata de un trabajo ‘free lance’, los repartidores tienen que seleccionar franjas horarias para salir a repartir pedidos. Los turnos pueden ser de tres o cuatro horas, y sino se las trabaja se reciben sanciones en la aplicación.
«Un trabajador del reparto, para llegar a un salario de 80.000 pesos, tiene que estar mínimo 8 horas, seis días por semana», detalla, dando cuenta de unos ingresos muy por debajo del sueldo mínimo.
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