Para la CTA Autónoma, la suba del mínimo, vital y móvil funciona como un “ancla salarial”
La central fue el único voto en contra del acuerdo de incremento del 28 por ciento en tres tramos que aprobó el Consejo del Salario. Además de rechazar el valor del incremento, se quejó del método utilizado para acordar la suba, y el trato desigual que recibió respecto de los otros gremios. El Observatorio del Derecho Social analizó la evolución del mínimo, y dijo que, en comparación al promedio salarial, se está en “valores noventistas”.
Diego Lanese / Especial para Gestión Sindical
Con un voto casi unánime, el Consejo del Salario aprobó una suba del mínimo, vital y móvil del 28 por ciento, a pagarse en tres tramos, que esta semana puso en vigencia a través de la publicación del decreto oficial. Apoyaron la propuesta –que lleva a 21.600 pesos ese ingreso en marzo del 2021 –la CGT, la CTA de los Trabajadores y las cámaras empresariales, además del Ministerio de Trabajo nacional. El único voto en disidencia fue de la representación de la CTA Autónoma, que no avaló el incremento. La postura de la central que lidera Ricardo Peidro se basó en la pretensión previa del sector de llevar e ingreso a niveles superiores a la canasta de pobreza, que actualmente supera los 40 mil pesos.
Además, la dirigencia se quejó que en la comisión técnica que elaboró la propuesta la CTA fue excluida de la discusión, al darle un lugar de suplencia. Luego del acuerdo, el Observatorio del Derecho Social emitió un informe donde analiza el desarrollo del salario mínimo a lo largo de este tiempo, y alertó que actualmente funciona como un “ancla salarial” respecto de las negociaciones. Además, condenó el deterioro que sufrió respecto del promedio de ingresos de los trabajadores bajo convenio.
El voto negativo de la CTA Autónoma se apoyó en primero lugar a su pretensión de alcanzar un incremento del mínimo respecto de la línea de la pebraza. “El conjunto de las centrales obreras habíamos realizado reclamos en la previa de un ingreso que no debería ser inferior al valor de la canasta de pobreza, porque estamos viendo lo que estamos tratando en esta Argentina es lograr que las familias no tengan salarios que lo dejen en niveles de pobreza, no hablamos de la canasta familiar”, explicó Claudia Baigorria, secretaria Adjunta de la CTA Autónoma.
“Lo acordado en números estaba muy lejos de lo que nosotros pretendíamos, pero también lo que había adelantado que buscaría la CGT, que terminó apoyando”, destacó Baigorria, en diálogo con Gestión Sindical.
En la previa, la CTA de los Trabajadores no se pronunció por un aumento pretendido. Luego del rechazo, la dirigente desmintió que su central “haya elegido el camino de la soledad, como dijeron en algunos medios, porque los votos de los gremios son minoría, el resto son cámaras empresarias y patronales”.
Además, en la previa del Consejo del Salario, se reunió una comisión más chica, integrada por los gremios y algunas cámaras empresariales, que elaboran la propuesta que luego de sella al pleno de la mesa de negociación. “Allí, nos asignaron un lugar de suplentes, algo que no estaba anunciado en la previa, por lo cual no nos dejan ingresar a la reunión”, explicó Baigorra. En esa comisión, la CGT tuvo unos cinco votos, mientras la CTA de los Trabajadores uno, y la CTA Autónoma no pudo participar.
“Nosotros repudiamos esto, primero porque tenemos el mismo status jurídico que la CTA de Hugo Yasky, mientras la ley actual le da la personería a la CGT. Segundo, porque en otros años nos habilitaron a la participación, en especial en la gestión de Cristina Fernández de Kirchner, con un representante titular”, agregó la dirigente. Ante este cambio en la conformación de la comisión –en tiempos de Mauricio Macri el Consejo del Salario no se reunió todos los años –la CTA Autónoma ratificó su rechazo al acuerdo. “No podíamos avalar una oferta que no pudimos ni discutir, en la formulación no apareció la opinión de los 1.500.000 trabajadores que representamos”, recalcó Baigorria.
Luego de la cumbre del Consejo del Salario, y ante el aumento consumado, el Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma difundió un trabajo donde analizó la evolución del mínimo en los últimos años y su importancia dentro del escenario laboral argentino. En este sentido, la entidad aseguró que este ingreso funciona como “ancla salarial” para el resto de las negociaciones.
En este sentido, se recordó que el mínimo tiene un impacto directo sobre los asalariados registrados “marginal, casi nulo”, ya que los salarios básicos iniciales de convenio “en casi todos los casos están bien por encima de ese monto”. “El eje parece volver a estar puesto en la utilización del salario mínimo como ancla salarial, como una señal que limite la puja distributiva en aquellos sectores que todavía tienen margen para pelear por mayores salarios”, explicó el informe, al que tuvo acceso Gestión Sindical.
“Debemos pensar de dónde partimos para analizar esta ancla, en el caso de los docentes universitarios nos están ofreciendo un 7 por ciento, si nos traen un aumento del 28 por ciento lo voto con las dos manos”, subrayó Baigorria, que es dirigente de CONADU Histórica. “Estamos en un escenario de paritarias a la baja, en medio de una pandemia donde somos los trabajadores los que estamos sosteniendo las tareas”, destacó.
En cuanto a la evolución del mínimo en los últimos años, el observatorio recordó que luego de estar años congelado en 200 pesos, un 25 por ciento del promedio salarial, el gobierno de Néstor Kirchner “rompió con esta lógica y lo utilizó para impulsar al alza la negociación salarial”. “Luego de diversos aumentos acordados a partir de 2004 el mínimo pasó a representar entre el 40 y el 45 por ciento del promedio salarial.
En otras palabras, las actividades de menores ingresos tenían el piso muy cerca, lo cual servía como garantía a la hora de negociar”, agregó el informe. Pero a partir de 2012 “esta lógica empezó a resquebrajarse y el salario mínimo comenzó a perder posiciones lentamente”. “Lo que venía siendo un lento deterioro se transformó en una caída brutal a partir de 2018 y este año volvimos a valores ‘noventistas’: en el tercer trimestre el mínimo representó apenas el 27 por ciento del salario promedio”, concluyó el observatorio.
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