Otra dramática cara del mundo laboral en la era Macri: crecen los “trabajadores pobres”
Se trata de asalariados que no llegan a cubrir la canasta básica, lo que los empuja por debajo de la línea de la pobreza. Los municipales de todo el país están casi todos en esa condición, si se toma su salario básico. Un informe de ATE-INDEC sitúa esa línea en el 68 por ciento de los estatales nacionales. La tendencia, dicen los gremios, es que la situación “tiende a empeorar”.
Diego Lanese / Especial para Gestión Sindical
En el informe “Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2019”, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) alertó que “tener empleo no siempre garantiza condiciones de vida dignas”. En la cumbre que conmemoró el centenario de la entidad, Damian Grimshaw, director del Departamento de Investigaciones de la OIT, aseguró que “un total de 700 millones de personas viven en situación de pobreza extrema o moderada pese a tener empleo”. Estas personas forman parte de una categoría de estudio, establecida hace unos años: los “poor workers”, o los trabajadores pobres.
Desde hace tiempo que se estudia el avance de este fenómeno, que afecta a empleados de baja calificación, que suelen estar además en condiciones precarias de contratación. En la Argentina, en los últimos años creció la cantidad de asalariados que no alcanza la canasta básica, y caen bajo la línea de la pobreza, otra de las características que deja la gestión de Mauricio Macri en el mercado laboral.
Según los datos actuales, los municipales de todo el país son los que más sufren esta realidad, ya que en su gran mayoría los básicos que cobran están por debajo de esos 30 mil pesos necesarios para no ser pobres. La caída del salario además golpeó a los estatales: casi el 70 por ciento está en la misma situación. A nivel mundial, los números europeos no superan el 10 por ciento de la masa de trabajadores.
Según la definición académica, los “trabajadores pobres” son aquellos cuyos ingresos caen por debajo de una línea de pobreza delimitada por cada país, dependiendo de cómo se defina “trabajar” y “pobreza”, alguien puede o no ser considerado trabajador pobre.
Los investigadores del CONICET Ana Inés Gárriz, Florencia Médici, Demián Panigo Y Ana Paula Di Giovambattista explican en un trabajo de investigación sobre la problemática la dificultad de lograr una definición cerrada e inequívoca de esta categoría. Más allá de esto, se logran distinguir cuatro grandes dimensiones de análisis respecto a los trabajadores pobres, que hacen a la problemática: los salarios bajos, las características del hogar, la calidad del empleo y las características individuales.
Por eso no sólo se debe atender a los niveles de sueldos para explicar este fenómeno. “Los bajos salarios resultan un factor relevante para explicar la pobreza entre los trabajadores, aunque no una condición suficiente. Si bien existen diferencias en los niveles de incidencia entre los países, los trabajadores pobres se concentran en sectores que no requieren elevados niveles de calificación”, afirman en su informe. A nivel mundial, algunos trabajos establecen que el 20 por ciento de los asalariados son pobres.
Los más golpeados
En el municipio de Merlo, en el oeste del conurbano bonaerense, un empleado municipal cobraba a principio de años 4.800 pesos de sueldo básico. Con el aumento otorgado por el intendente Gustavo Menéndez, del 35 por ciento, esa cifra llegó a 6.480 pesos, muy lejos de los 30.337,84 pesos que marcó el INDEC en mayo como la canasta básica. Todo lo que esté por debajo de esa línea es, según las mediciones, pobre.
Este caso extremo no es una excepción en Buenos Aires. En Avellaneda, por ejemplo, un inspector municipal con 25 años de antigüedad cobra de salario básico 10.980 pesos. Incluso en ambos casos no alcanza el Mínimo, Vital y Móvil, que hasta la próxima reunión del Consejo del Salario se ubica en 12.500 pesos. “Los trabajadores municipales somos, de la cadena del Estado, los peores pagos”, sostiene Daniel Ferro, subsecretario de Prensa y Difusión de la Confederación de Trabajadores Municipales (CTM), que nuclea a los empleados de las comunas de todo el país. Esta realidad, que se vive muy fuerte en la provincia de Buenos Aires, se replica en el interior del país.
“En la capital de La Rioja tienen un pago que se llama ‘la quincenita’, que es una ayuda salarial, porque el básico de un ingresante es 7 mil pesos”, destacó Ferro, en diálogo con Gestión Sindical. “Así estamos los municipales en todo el país”, se queja. Existen algunas excepciones, como en la Ciudad de Córdoba, donde más del 70 por ciento de los trabajadores de la Municipalidad pagan el Impuesto a las Ganancias, con un inicial de 31 mil pesos. En Pinamar, se acaba de lograr un básico de 27 mil pesos. El resto, siguen la lógica de los primeros ejemplos nombrados por Ferro.
En el sector municipal, desde hace años que existe una “trampa” en materia salarial. La mayoría de los intendentes paga básico muy bajos, y después se le agregan sumas no remunerativas, ítems por productividad, horas extras (que muchas veces no se hacen) y otras variantes, que terminan aumentando los ingresos del empleado, pero que no están blanqueados. “Los sueldos básicos de los municipales salvo alguna excepción, no sólo no alcanzan a la canasta básica, sino que no superan el Mínimo, Vital y Móvil.
Luego con los agregados es otra cosa, por eso nosotros hablamos de sueldos conformados”, dijo Ferro. La gran pelea que lleva adelante la CTM y las federaciones de las provincias es que se incluyan en los básicos esas sumas extras. “En la provincia de Buenos Aires, en la nueva ley 14.656 se establece que ningún municipal puede cobrar menos del mínimo, pero los intendentes no lo hacen del básico, sino del conformado”, explicó el dirigente.
Desde hace años que la entidad que lidera Rubén “cholo” García viene pidiendo lo que llaman un “sinceramiento salarial”, es decir, que esas sumas se apliquen al salario general, se blanqueen y a partir de allí se puedan negociar las mejoras. “Algunos municipios dan aumentos anuales del 40, 45 por ciento. La gente dice ‘que fenómenos’, pero resulta que es en base a salarios de 5, 7 mil pesos”, grafica Ferro.
Estatales pobres
Otro de los sectores que están lejos de superar la línea de la pobreza son los estatales nacionales, que según los informes vienen siendo golpeados por la pérdida salarial. En su caso, los efectos de la inflación y los acuerdos paritarios a la baja parecen ser las explicaciones más acertadas sobre esta realidad, que fue analizada por un reciente informe realizado hace uno días por la Junta Interna de ATE-INDEC, que difunde estadísticas propias en base a los datos que recogen en el organismo. En el último trabajo, confirmaron que “el 68 por ciento de los estatales no logra cubrir la canasta básica con su salario.
Así, se suman a los casi tres millones de argentinos que pasaron a ser pobres en tan solo un año”. “La situación de los estatales es un desastre, y no hay perspectiva de que mejore, porque la inflación es alta y los aumentos salariales que se firmaron ya fueron superados por el crecimiento de precios”, subrayó Raúl Llaneza, delegado general de ATE-INDEC.
En diálogo con Gestión Sindical recordó que la suba firmada por UPCN “fue del 18 por ciento en cuotas, ya superado por la inflación, que además va a seguir creciendo el año que viene incluso”. Llaneza afirmó la canasta básica no fue actualizada con el índice inflacionario de junio (2,7 por ciento), por lo cual los trabajadores pobres en el país ya son más que los medidos por su informe.
Los datos alarmantes de estatales pobres profundizan la idea de un salario que se deteriora por efecto de la inflación y las paritarias que no logran alcanzar esos niveles. Esto hace que el poder de compra se destruya. “Si calculamos la pérdida salarial en cada año de la actual gestión, podemos ver claramente que fuimos y somos los grandes perdedores del programa económico de Cambiemos”, afirman desde ATE-INDEC.
En 2016 y 2017, ejemplificaron, “perdimos el equivalente a casi dos salarios (considerando el poder adquisitivo del salario actual), en 2018 perdimos el equivalente a dos salarios y medio, y en sólo cinco meses de 2019 ya perdimos más de dos salarios, con lo que, de no revertirse la tendencia, a fines de este año habremos dejado de percibir, en comparación con los ya magros salarios de noviembre de 2015, el equivalente al poder adquisitivo de cuatro o cinco meses de salario actual”.
La cantidad de trabajadores pobres es difícil de calcula, ya que en Estados Unidos, seis de cada 10 hogares con ingresos por debajo del umbral de la pobreza tenían al menos a uno de sus miembros asalariados, que están ganando sueldos muy bajos. En España, desde hace unos años se utiliza un nuevo término para definir a este fenómeno: pobreza laboral. Esta nueva terminología es aplicada principalmente a los ingresos de jóvenes, como sucede en México. En 2018, los indicadores de pobreza laboral remarcaron que más de la mitad (52 por ciento) de los trabajadores menores de 30 años de ese país estaban bajo la línea de pobreza.
Por la gravedad de este dato, las autoridades del Banco Mundial crearon el denominado Índice de Pobreza del Ingreso Laboral (LIPI) que mide la pobreza basado en la proporción de los hogares que tienen un ingreso laboral per cápita por debajo de la línea de pobreza. es una especia de Índice Gini (que mide la desigualdad basada en el ingreso laboral de los trabajadores pobres. El fenómeno no es exclusivo de los países de la región, ya que en Europa hay trabajadores pobres. En mayo de 2018, las estadísticas marcaron que Francia tenía un 7,1 por ciento de sus empleados en esa condición, duplicando los niveles que alcanzó Alemania (3,7 por ciento).
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