La industria farmacéutica, de ser la “joya” de la economía a un presente de recesión y despidos
La producción de los laboratorios nacionales está en crisis, luego de varios años de crecimiento sostenido. Desde que Macri llegó a la Casa Rosada se desplomaron las ventas, y cada semana se producen cesantías y cierres. La caída abrupta del consumo y la pelea con el gobierno, explicaciones de la crisis del sector, que genera un “grave problema de salud pública”.
Diego Lanese / Especial para Gestión Sindical
Durante varios años, la producción de medicamentos e insumos médicos fue una de las “naves insignias” del crecimiento económico argentino. Hasta el 2015, la industria farmacéutica creció en promedio por encima del 6 por ciento anual, muy por encima del promedio de todo el aparato nacional. Pero desde que Mauricio Macri llegó a la Casa Rosada, la situación cambió drásticamente. La pelea de los laboratorios de bandera nacional con el gobierno erosionó la fortaleza del sector, que de a poco fue afectada por la realidad imperante: recesión, aumento desmedido de los costos, atraso en los pagos, entre otros.
Así, ya en 2017 se produjo una caía de 6,4 por ciento de la actividad, la más grande en décadas. Los efectos de la crisis de las farmacéuticas puede verse en los constantes despidos que se dan en los laboratorios, como sucedió hace unos días en Craveri, donde cesantearon casi 50 empleados y se detuvo a la comisión interna. Pero además, hubo despidos en Klonal, otra firma de origen nacional, mientras otros laboratorios pelean por mantenerse abiertos, como sucede en Roux Ocefa, recuperaada por sus empleados pero que sin emabrgo no puede volver a producir. Los despidos alcanzaron a las multinacionales, como sucede en Novartis y Sanofi.
El desplome de la industria farmacéutica es uno de los emblemas de la crisis económica que se desató en los últimos años. Durante el kirchnerismo los laboratorios crecieron por encima del promedio del país, pero el nuevo escenario golpeó fuerte en el sector, y lo sumergió en la crisis general. Según datos de la consultora Ecolatina, entre el 2005 y 2015 la industria farmacéutica nacional “experimentó un gran crecimiento de 83 por ciento en el acumulado del período, una tasa de crecimiento promedio anual de 6,2 por ciento”. “Así, el crecimiento fue superior en más de dos veces y medio al de la industria manufacturera en su conjunto, que se expandió a 2,4 por ciento promedio anual en el mismo periodo”, destacó la consultora.
En este lapso, por ejemplo, las exportaciones de medicamentos se triplicaron, y pasaron de 351 millones de dólares (0,9 por ciento de las exportaciones totales de bienes del país) a 1.047 millones de dólares (1,3 por ciento del total). Pero en 2016, el freno fue abrupto. Según el informe de Ecolatina, al que tuvo acceso Gestión Sindical, en el primer año de macrismo la industria del medicamento sólo creció un 0,3 por ciento, preparando lo que sucedió el año siguiente.
“En 2017, a pesar de que hubo una mejora en la coyuntura, la producción nacional de medicamentos experimentó, por primera vez en más de una década, una contracción y la facturación de la industria local (ventas al mercado interno y exportaciones) se redujo 6,6 por ciento en términos reales”, remarcó el trabajo. En tanto, en 2018 se frenó la caída, pero no hubo recuperación, ya que se generó una nueva caída del 0,8 por ciento en 2018.
Los efectos de este desplome se pueden ver en varios conflictos abiertos El más importante en estos días es el que se vive en el laboratorio Craveri, una firma de más de 130 años de vida que a comienzos de abril despidió a 47 trabajadores La empresa viene desde el año pasado con un procedimiento Preventivos de Crisis, y sus dueños afirman que los últimos tres balances “dieron en rojo”.
Por los despidos se paralizaron las actividades de las tres plantas que tiene la firma, en reclamo de la reincorporación. “Seguimos luchando por nuestros derechos, y para que los despedidos puedan volver a entrar a la planta”, remarcó Carlos Zinser, delegado del gremio de la Sanidad. Cuando se produjeron los despidos, la Policía de la Ciudad ingresó a la planta de Caballito y detuvo a la comisión interna, un escándalo que generó el repudio generalizado. Según le confirmó Zinser a Gestión Sindical, hasta el momento los empleados mantienen las medidas de fuerza. “Tenemos bloqueados los ingresos de las plantas, y se levantó un acampe para reclamar por las reincorporaciones”, agregó.
La crisis de Craveri no es aislado, y marca el deterioro de la industria del medicamento. Esta semana, en el laboratorio nacional Klonal comenzaron a reducir sus empleados de promoción, los tradicionales visitadores médicos. La compañía ya había reducido su dotación de manufactura el año pasado, y ahora apuntó a sus promotores de ventas.
En esta firma se dejaron cesantes a unos 40 empleados de su planta de producción de Quilmes, y ahora el ajuste llega por los vendedores. Además, en enero de este año los Laboratorios Beta comenzaron a pagar sus salarios en cuotas, lo que generó la propuesta de la Asociación de Agentes de propaganda Médica (AAPM), que representa a los visitadores médicos.
El sector incluso tuvo reducción de personal entre las multinacionales, como la francesa Sanofi o la suiza Nvartis, que registraron los últimos meses despidos en sus filiales locales. Otro caso emblemático de la crisis es el de Roux Ocefa, que hace dos años lucha por volver a producir luego de la quiebra presentada por los dueños. Los empleados formaron una cooperativa para intentar recuperar la firma, pero no lograron avanzar por ese camino. Hoy la planta está paralizada, y clausurada por la ANMAT, la agencia reguladora nacional en materia de medicamentos e insumos médicos.
El desplome de la industria tiene un trasfondo político, ya que los laboratorios de bandera nacional tuvieron en el inicio de gestión de Macri un enemigo en el gabinete: Mario Quintana. El ex vicejefe de Gabinete tiene una histórica pelea con el sector, encabezado por Roemmers, desde que era CEO de la cadena Farmacity.
Las farmacéuticas criollas rechazan el ingreso al mercado local de estas cadenas, que buscan desplazar a las farmacias tradicionales. Por eso, las partes se enfrentaron varias veces. Con Quintana en el poder, los acusó –con el aval político de Elisa Carrió –de “carterizar” la venta de medicamentos, en especial en el convenio PAMI, el más grande del mercado. Por eso, amenazaron con permitir genéricos indios y chinos, de muy bajo costo, para el mercado local, e incluso para incluir en las licitaciones estatales. Por el momento, la maniobra quedó en una amenaza, pero la relación del gobierno con el sector está en una etapa de crisis.
Los efectos de la caída de la industria farmacéutica no es sólo un problema económico. Desde hace un tiempo se volvió una cuestión sanitaria, ya que la recesión y la caída de las ventas es una amenaza para el acceso a los medicamentos por parte de la población. Así lo determinó un informe de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), la entidad que nuclea a unas 12 mil farmacias en todo el país. Según sus datos, en 2019 se vendieron casi 40 millones de tratamientos menos, unas 110 mil pastillas diarias que ya no llegan a los pacientes.
La suba del valor de los productos, por encima de la inflación promedio, hizo caer las ventas minoristas, de un producto esencial como el medicamento. El mercado suele definirse como “inelástico”, es decir, que más allá de los problemas financieros suele mantener sus niveles de venta, por la necesidad que genera su uso. Pero en estos momentos esta definición está en discusión. El desplome del consumo termina siendo un tema sanitario, ya que muchas personas dejaron de comprar sus tratamientos, por falta de recursos Como alerta la COFA: “estamos ante un grave problema de salud pública”.
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