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El Papa Francisco calificó de “vergonzosa” la precariedad laboral y defendió el “derecho a la jubilación”

10. 11. 2017

En un contexto, donde en Argentina el gobierno impulsa una flexibilización laboral similar a la que se impuso en Brasil, el Sumo Pontífice arremetió contra la precarización, el desempleo y el trabajo en negro e instó a respetar “el derecho a la jubilación”.

El Papa Francisco denuncia la precariedad laboral y el trabajo en negro. Afirmó que “esto vale para la economía general” así como para “todas las instituciones sociales, cuyo principio, sujeto y fin debe ser la persona humana” y criticó a los que pagan en dinero negro, porque es “vergonzoso”. En un encuentro con dirigentes y trabajadores del Instituto Nacional de Seguridad Social de Italia, Francisco indicó que la exigencia de santificar el descanso se convierte en un tiempo que permita cuidar la vida familiar, cultural, social y religiosa.

El descanso es el derecho que tienen todos los que trabajan. Pero si la situación de desempleo, de injusticia social, de trabajo en negro, de precariedad en el trabajo es tan fuerte, ¿cómo puedo descansar? Esta es la reflexión que el santo padre Francisco les dirigió a los dirigentes y trabajadores del Instituto Nacional de Seguridad Social de Italia, reunidos en la plaza de San Pedro.

En el discurso que les dirigió, Francisco les dijo que a ellos se les confía “el cuidado del derecho al descanso”. Me refiero -especificó- no solo al descanso que es sostenido y legitimado por una amplia serie de prestaciones sociales, sino también y sobre todo a una dimensión del ser humano que no le faltan las raíces espirituales y de las cuales también ustedes son responsables.

Asimismo, el Santo Padre señaló a los presentes que “la difícil tarea de ustedes es contribuir para que no falten las subvenciones indispensables para los trabajadores desempleados y sus familias”. Y les pidió que tampoco falte, entre sus prioridades, una atención privilegiada al trabajo femenino, así como la asistencia a la maternidad que debe tutelar siempre la vida que nace y a quien la sirve diariamente. Que no falte nunca “el seguro por la vejez, la enfermedad, los accidentes de trabajo”. Y agregó: “Que no falte el derecho a la jubilación, y subrayo el derecho, porque la jubilación es un derecho. De esto se trata”.

Después les recordó: “Ustedes honran la delicada tarea de tutelar algunos derechos legales del ejercicio del trabajo; derechos basados en la naturaleza misma de la persona humana y de su trascendente dignidad”, y les explicó “que el descanso, en el lenguaje de la fe, tiene una dimensión humana y divina al mismo tiempo. Con una prerrogativa única: “no es una simple abstención del cansancio y del compromiso ordinario, sino una ocasión para vivir plenamente la propia creaturalidad elevada a la dignidad filial de Dios mismo”.

Asimismo, el Papa recordó que a la exigencia de “santificar” el descanso se une un tiempo que permita cuidar la vida familiar, cultural, social y religiosa, haciendo de todos estos horizontes un espacio y un tiempo para Dios y para el hombre. Y subrayó: “Ustedes contribuyen a poner las bases para que el descanso pueda ser vivido como dimensión auténticamente humana, y por esto abierta a la posibilidad de un encuentro vivo con Dios y con los demás”.

El pontífice aseguró que están llamados “a hacer frente a desafíos cada vez más complejos. Desafíos que provienen tanto de la sociedad actual, con la criticidad de sus equilibrios y la fragilidad de sus relaciones, como del mundo del trabajo, plagado de la insuficiencia ocupacional y de la precariedad de las garantías que logra ofrecer”.

Advirtió que hasta hace algún tiempo era común asociar la meta de la jubilación a la llegada de la tercera edad. Pero “la época moderna cambió sensiblemente los ritmos”. Por un lado, “la eventualidad del descanso se anticipó, a veces diluida en el tiempo, a veces renegociada hasta extremos aberrantes, como el que distorsiona la idea misma de una cesación laboral”. Y por otro lado, “nunca olvidemos las exigencias de atención, tanto para quienes perdieron o nunca tuvieron un trabajo, como para los que se ven obligados a interrumpirlo por diversas razones”.

Trabajar, aseguró el Papa, quiere decir prolongar la obra de Dios en la historia, contribuyendo de forma personal, útil y creativa. De este modo, el trabajo “no puede ser prolongado o reducido en función del beneficio de pocos y de formas productivas que sacrifican valores, relaciones y principios”.

Finalmente, Francisco pidió “amar y servir al hombre con conciencia, responsabilidad y disponibilidad”. Trabajen para quien trabaja -concluyó- y para quien quisiera hacerlo pero no puede. No como solidaridad, sino como deber de justicia.

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