Conversatorio sobre trabajo doméstico: “El 44% de las trabajadoras del sector son mujeres son jefas de hogar”
“Trabajo doméstico: discriminación, desprotección y crisis” fue el nombre de una charla donde participaron miembros de OIT, abogados laboralistas, dirigentes políticos e integrantes de la Unión de Trabajadoras Domésticas y Afines.
Por Claudio Garibotto
La organización Cátedra Abierta de Derecho Crítico presentó este viernes un conversatorio libre y gratuito denominado “Trabajo doméstico: discriminación, desprotección y crisis”. El encuentro comenzó a las 18.30, duró tres horas, y se realizó por YouTube Live Stream. Fue moderado por Lucía Moreno Acevedo (CADC-UBA), y participaron la funcionaria de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) Argentina, Elva López Mourelo; la trabajadora de casas particulares y delegada de la Unión de Trabajadoras Domésticas y Afines (UTDA), Silvina Navarro; la abogada laboralista y asesora sindical, Itatí Demarchi; el juez de Trabajo de la provincia de Buenos Aires y presidente de la Asociación de Magistrados de La Plata, Enrique Catani; la dirigente nacional del Partido Obrero y del Plenario de Trabajadoras, y delegada de los trabajadores No-Docentes de Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Vanina Biasi; y el abogado laboralista y asesor sindical, Matías Isequilla.
La primera oradora fue López Mourelo, quien comenzó explicando que “después del comercio, el trabajo doméstico es el segundo sector donde más mujeres de Argentina se desempeñan, con un 16% y con una edad, en su mayoría, de entre 35 y 54 años de edad”. También detalló que “del total de esas mujeres, 90,9% son de nuestro país y el resto del extranjero”, y reflexionó sobre una de las mayores problemáticas, que es el hecho de “que el 77% de las trabajadoras se encuentran en la informalidad, lo que significa que no puedan acceder a derechos como aguinaldo, licencia por enfermedad (tan importante en un contexto como el actual) o maternidad, vacaciones pagas, obra social o ART/seguro por accidente”. Y, por último, apuntó a “la necesidad de aplicar medidas que favorezcan la retención del empleo; extender el acceso a los derechos laborales; reforzar las medidas para garantizar la salud y seguridad; avanzar en la formalización del sector; y garantizar las coberturas de protección social”.
Luego fue el turno de Navarro, quien no pudo estar en vivo por un tema personal pero envió un video con su exposición, donde destacó como “algo positivo de la pandemia la unión de todas las trabajadoras para luchar por los derechos”. Y sugirió “hacer una campaña publicitaria de forma masiva y sistemática, que debería ser apoyada por el Gobierno, para que se valore el trabajo que hacemos, porque nosotras entramos a las casas de familia. Hay que tender un puente que acerque a las trabajadoras con los empleadores. Y, también, se deben hacer capacitaciones para que se exija una certificación para ejercer este trabajo. Tiene que ser un oficio que sea bien pagado”.
Demarchi, por su parte, se centró en reflexionar sobre el rol del feminismo, y dijo que éste “prometió jugar en equipo y eso es lo que necesitamos, porque siempre se construye en la colectividad. Y desde el feminismo no se debe permitir que ningún sector, como ocurre con las trabajadoras domésticas, sea invisibilizado”. Además, remarcó que “el salario es de un 5,9% menos que el Salario Mínimo, Vital y Móvil”. Precisamente, en relación a los ingresos, Catani tomó la palabra y aportó que “este colectivo de trabajadoras está atravesado por condiciones de migración interna o internacional y, especialmente, por la pobreza. En condiciones normales, dentro de lo que se puede considerar como normal en nuestro país, el empleo saca a las personas de la pobreza. Pero en este sector ocurre que la mayoría de las trabajadoras no logran salir de la pobreza, y eso es porque reciben el sueldo más bajo de la pirámide salarial. Y si donde hay una necesidad hay un derecho, donde hay más necesidades debería haber más derechos. Pero eso no ocurre acá”.
Catani también dijo que “en Argentina hay 1,4 millones de empleadas domésticas. Entonces no se puede hablar directamente de trabajo femenino sino hablamos de este sector”. Y reflexionó: “Hay que tomar en cuenta que la invisibilización surge desde el momento en el que se considera que la mujer que, en una familia, se queda en la casa y se ocupa de las tareas del hogar, se dice que no trabaja. Entonces, las trabajadoras domésticas son mujeres que trabajan en tareas de mujeres que no trabajan. Y me parece que ese juego de palabra es el punto de partida para entender por qué se dan todas las problemáticas que tiene el sector”.
Luego tomó la palabra Biasi, quien aportó el dato de que “el 44% de estas mujeres son jefas de hogar”, lo que hace que sea mucho más grave el salario tan bajo que reciben. Y centró su exposición en señalar que “las mujeres no pueden acceder a trabajos con mayores ingresos porque son discriminadas en el mercado laboral. Y esto es producto de una construcción que lleva muchísimos años. El Estado les ha dado la espalda históricamente, y les generó un techo para que no puedan crecer. Los sucesivos gobiernos de nuestro país generaron una pérdida de derechos enorme”.
Además, fue contundente al señalar que “el Ministerio de la Mujer también dio la espalda a este colectivo de mujeres, en especial durante estos meses de la pandemia, que es cuando fue precarizado y maltratado como nunca antes. Porque no se trata de hablar de las mujeres sólo para hacer marketing y luego ser insensible totalmente con lo que les pasa. Hay que dejar de usar a las mujeres como una cortina de humo para hacer política”.
La última voz del conversatorio fue la de Isequilla, quien se refirió a la Ley 26844, que regula el trabajo del sector, y que, explicó, “se suponía que iba a igualar los derechos de las mujeres con el resto de los trabajadores en relación de dependencia. Pero, especialmente en cuanto a protección, no se ha logrado una igualdad”. Y como muestra principal de eso se refirió al despido sin causa, tomando como ejemplo que “el tiempo de preaviso es menor al del régimen general. Para las trabajadoras domésticas, es de día o un mes, dependiendo si la antigüedad es de hasta cinco años, o más de cinco años. En cambio, para cualquier trabajador el plazo es de un mes, o de dos meses, tomando en cuenta los mismos parámetros de antigüedad. Y esto es algo muy importante porque en algunas ocasiones la pérdida del empleo significa, como sabemos, también la pérdida del hogar. Además, no hay sanciones para el empleador si no paga en tiempo y forma la indemnización”.
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