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Conflicto en la Línea 60: quién es quién en la pelea que pone en juego el liderazgo en la UTA

15. 07. 2015

Desde hace más de dos semanas los trabajadores de Monsa mantienen las medidas de fuerza, ante la falta de respuesta a sus reclamos. Acusan a la empresa de intentar dejar afuera a los delegados y empleados combativos, a través de patotas. Críticas a la conducción de Roberto Fernández.

Durante dos días consecutivos, la cabecera Constitución de la Línea 60 comenzó la jornada con tensión y versiones cruzadas. Tanto el lunes como el martes pasado, los trabajadores en conflicto con la empresa decidieron prestar servicio pero no cobrar boletos, por lo que la patronal Monsa decidió no sacar las unidades. Esta es una de las muchas caras de una novela abierta, que lleva dos semanas en esta última etapa pero que viene desde hace por lo menos un año. La mesa de negociación, que se reúne poco, tiene varias patas: la empresa, los delegados, el gremio UTA y el Ministerio de Trabajo. Pero no son los únicos. Un sindicato alternativo del sector quiere aprovechar el descontento con el gremio que comanda Roberto Fernández para ganar terreno, y pide proteger a los delegados. Además, la izquierda presiona a la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) para que lance un paro nacional de 36 horas en apoyo de la pelea de los trabajadores.

Desde hace tiempo que la Comisión Interna de la Línea 60 es un dolor de cabeza para Roberto Fernández. Incluso este año se mostró descontenta por la falta de acuerdo en la paritaria sectorial. A fines de junio, la empresa despidió a un delegado, lo que generó tres días de protestas, no cobrando los boletos. Al tercer día, la empresa despidió a 47 empleados, lo que profundizó el conflicto. Actualmente, los trabajadores decidieron mantener el no cobro de boletos, hasta que además de las reincorporaciones se dé respuesta a una serie de demandas que vienen de hace un tiempo. Dos semanas después, el servicio sigue paralizado, los delegados acusan a la UTA de intentar romper la huelga con patotas y el Ministerio de Trabajo intervino para dictar una conciliación obligatoria que consideran tramposa.

Esta semana, la tensión aumento, y hoy no hay a la vista una salida rápida al conflicto. Los trabajadores acusan a la empresa de buscar dejar afuera a delegados y a quienes apoyan la huelga, y a la UTA de no atender sus reclamos. “Quieren dejarnos afuera y empezar con gente nueva”, se queja Esteban Simonetta, delegado de la Comisión Interna. En diálogo con Gestión Gremial, el dirigente aseguró que “no hay diálogo con la empresa, porque su actitud es romper la huelga con patotas, ante la mirada cómplice del sindicato y el Ministerio de Trabajo. Desde el 2012 lo venimos denunciando, pero nadie hizo nada”.

Como respuesta a las críticas, la UTA sacó un comunicado donde asgura que las personas que están al frente del conflicto no perteneces a la empresa Monsa, y los acusa de coartar la libertad de trabajo del personal. “Es el colmo, nosotros ganamos las elecciones internas por UTA, con el 90 por ciento de los votos, tenemos carnet del gremio. Vamos a hablar dos veces por semana con la dirigencia. No pueden decir que no somos delegados de UTA”, agregó Simonetta.

En medio del callejón sin salida, la empresa Monsa apeló a la justicia, y logró que la jueza Servini de Cubría prohibió circular a los colectivos de la línea 60 hasta que se inspeccionen todas las unidades. El fin de la medida es “verificar que los colectivos estén en condiciones de aptitud técnica y debida seguridad «para la circulación en la vía pública y la vida de las personas que los conducen y que allí se transportan”, aclara la resolución. Pero para los trabajadores, esta es una maniobra para “embarrar la cancha”. “Usan la justicia para dejar a los trabajadores afuera. Tenemos 20 años en la empresa, no nos pueden decir que somos mafiosos o que no pertenecemos al lugar. Lo único que quieren es obtener una orden de desalojo”, dijo Simonetta.

Pero la tensión interna entre la UTA y los delegados no son los únicos intereses cruzados que se ponen en juego en este conflicto. Desde hace un tiempo, un segundo sindicato busca ganar espacio entre los trabajadores del sector, y se metió de lleno en la polémica. Se trata de la Unión de Conductores de la República Argentina (UCRA), alineada a la CTA Autónoma, que esta semana salió a denunciar la intervención de barras bravas en una de las cabeceras de la Línea 60. Según dijo Silverio Gómez, secretario general de la UCRA, el lunes pasado en la cabecera de Ingeniero Maschwitz “un grupo de personas que pertenece a las barrabravas de River y de Chicago sacaron a la fuerza 10 unidades a funcionar”. Algo similar ocurrió en Constitución, lo que generó la protesta de los delegados en Puente Pueyrredón.

“Nosotros estamos acompañándolos, yendo a las movilizaciones. Ahora estamos pensando en organizar un festival para juntar fondos porque los compañeros no están cobrando sus salarios y les descontaron días de junio, están en una situación económica desesperante”, dijo Gómez, que alertó que si la empresa logra el desafuero de los delegados, se pueden producir despidos masivos.

El tema de la Línea 60 se metió en la reunión de la CATT con los referentes del Partido Obrero (PO), en el marco de los encuentros que este espacio lleva con precandidatos presidenciales. En el encuentro, Jorge Altamira y la comitiva pidieron “un paro de 36 horas” en respaldo a los trabajadores en conflicto. Sabiendo esto, Fernández de la UTA estuvo ausente sin aviso del encuentro. ¿Qué pasó con la UTA que no vino a la reunión? ¿Arrugó?”, se envalentonó Altamira, ante la risa de los presentes. La misma risa que algunos dirigentes trataron de ocultar cuando el dirigente del PO propuso la huelga de todo el sector. “Es muy bueno, pero lo vemos muy lejano”, admitieron cerca de la Línea 60.

 

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