Lo que dejó la cumbre CGT-gobierno: siguen las diferencias internas en los gremios y se relanza el pacto social
La reunión del triunvirato de la central obrera y ministros del gobierno tuvo gusto “a poco”. Sin definiciones, se estira 10 días la posibilidad de un paro nacional. En lo interno, siguen mandando las posturas dialoguistas, pero los radicales avanzan en su armado. El dato político saliente: vuelven a intentar sentar a sindicalistas y empresarios buscando gobernabilidad.
Diego Lanese / Especial para Gestión Sindical
“No tregua ni paro”. En las palabras de Héctor Daer podría definirse los alcances de la reunión mantenida el último jueves entre el triunvirato de la CGT y varios ministros del gabinete nacional. La cumbre se anunciaba como definitoria, ya que el último confederal de la central obrera facultó a la conducción a tomar “las medidas necesarias” para hacer valer los reclamos de los trabajadores, lo que se difundió como “un paro sin fecha”. Con ese “cheque en blanco”, los dirigentes fueron recibidos por el gobierno, para intentar encausar una relación que se vendió hacia afuera como quebrada, pero que los hechos demuestran que está intacta. Del cónclave salieron varios reclamos, un período de análisis y un final igual de incierto a antes de la reunión, ya que más allá de la firma de un acta-acuerdo para mantener el diálogo, no hubo pasos concretos en los temas propuestos. Puertas adentro, los dialoguistas mantienen la hegemonía, pero los más radicales avanzan en sus posturas, y el paso del tiempo puede darles más espacio. Para el gobierno, fue una buena oportunidad de lanzar otra vez la idea de una especia de pacto social, muy necesario para el cierre del año, que se espera convulsionado por varias razones.
Daer, Carlos Acuña y Juan Carlos Schmid fueron recibidor por el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, y sus pares de Hacienda, Alfonso Prat Gay, y de Producción, Francisco Cabrera, con la expectativa de saber si luego del encuentro se podía definir la fecha del muy mentado paro nacional, que hasta ahora parece una idea más deseada en el afuera que puertas para adentro de la central obrera. Como se informó, los reclamos de la central fueron bien concretos: un aumento de subsidios para trabajadores desocupados, un bono de fin de año para jubilados y trabajadores, y que se exceptúe del Impuesto a las Ganancias el medio aguinaldo de fin de año. En el acta acuerdo, el gobierno se comprometió a dar respuesta “en 10 días”, lo que en el oficialismo es un triunfo, o por lo menos un plazo para aceitar algunas negociaciones que vienen llevando a cabo.
Más allá de los dichos públicos, en la central comienzan a ganar espacio las opiniones más duras con el gobierno, en especial porque el tiempo pasa y las decisiones no llegan. Si bien en el confederal de la semana pasada se facultó al paro, pero la gran mayoría no quiso ponerle fecha, a medida que pasa el tiempo, la pirotecnia verbal crece, y los ánimos se van caldeando. “No vamos a esperar toda la vida”, le dijo un dirigente de la central a Gestión Sindical, consultado por los plazos de una medida concreta. En la central saben que las ganas de parar “son más de dirigentes ajenos a nuestra confederación que de los propios gremios”, y esperan que en estos 10 días se de algún paso concreto.
La reciente movilización de las dos CTA, una en el marco del paro nacional de estatales y la otra en el docente, marca el grado de conflictividad que hay en ese espacio. Y la necesidad de sumar a la CGT para tener un mayor impacto. No alcanza el apoyo “suelto” de la Corriente Federal o Pablo Moyano, se necesita una respuesta institucional. “Nosotros no vamos a ir con los tiempos de otros espacios, tenemos que esperar a que nos den respuesta, y después veremos. Pero un paro no se larga así nomás”, agregó el mismo dirigente consultado. Para muchos, la especie de advertencia que hizo Sergio Massa a los gremios (les dijo que “el paro no es el mejor camino”) pudo influenciar en el clima amable en el que avanzó la reunión.
Pero incluso con la hegemonía de los dialoguistas dentro de la central, algunos espacios empiezan a sumar voluntades. En especial en el triunvirato, donde dos de los tres dirigentes tienen fluidos lazos con Massa y su Frente Renovador. En este camino, algunos no ven casual la presencia de Schmid con el secretario general de la Unión Obrera Ladrillera de la República Argentina (UOLRA), Luis Cáceres, que estuvieron el Cañuelas festejando el día del trabajador del sector. Ladrilleros fue junto a la Corriente Federal y Camioneros uno de los gremios que votó para ponerle fecha al paro, y mantiene una postura dura respecto al gobierno. En ese encuentro, el dirigente moyanista criticó la política economía del gobierno, pero eludió definiciones tajantes. Cáceres, en cambio, aseguró que sin respuestas “habrá una medida de fuerza ejemplar hasta obtener alguna satisfacción”.
En tanto, en el gobierno se aprovechó la reunión para lanzar una vieja idea, de inicio de gestión: el pacto social. En la cumbre se habló de consensuar en una misma mesa su plan productivo, que ya fue presentado a empresarios, para que tenga cierto aval de los gremios. “Se acerca diciembre, y el gobierno quiere gobernabilidad”, dicen en la CGT, que desde un principio desconfiaron de la iniciativa oficial. Si bien “suena bien”, muchos dirigentes –incluso algunos presentes hoy –cree que pacto social en la Argentina termina siendo “congelamiento de salarios y freno a los derechos de los trabajadores”, porque la patronal “nunca pone nada”.
En tanto, las miradas de los dirigentes sindicales también comenzaron a posarse sobe el grupo disidente que se quedó afuera de la nueva central, y que en estas horas comenzó a caminar de forma conjunta. Hablamos de Gerónimo Venegas y sus gremios rebeldes, que pactaron con Omar Viviani y el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) relanzar las 62 Organizaciones Peronistas, una especie de “CGT paralela”. “El objetivo del almuerzo es armar un instrumento político que puede ser las 62 Organizaciones y lo que pretendemos es que el gobierno nos escuche, porque pensamos que podemos aportar mucho al bien común”, dijeron luego del encuentro, que junto a dos grupos muy heterodoxos, que incluso en las elecciones del 2015 jugaron en veredas opuestas. Desde el MASA anunciaron a Gestión Sindical que si se lanza un paro “analizarán la medida”, pero que por el momento no comparten sus movimientos. “Queremos una agenda de trabajo, no una unidad para hacer política”, agregaron. Pese a esto, hasta ahora, no está descartado sumarse a una protesta, aunque se espera que el nuevo acercamiento a Venegas –el dirigente sindical más PRO –pueda hacer desistir de esta idea.
Hacé tu comentario