En el sector salud, las mujeres ganan un 20% menos y sufren mayor precarización laboral
En el marco del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, un informe del INDEC analizó la situación de un área clave en esta pandemia, y determinó las diferencias que existen. La enfermería, un claro ejemplo de esta discriminación. Además, se hizo una radiografía de la brecha que hay en otros ámbitos del trabajo. Las centrales obreras emitieron un documento donde marcaron las reivindicaciones de género urgentes.
Diego Lanese / Especial para Gestión Sindical
Con paros y actividades virtuales y presenciales en todo el país, este lunes se conmemora otro Día de la Mujer Trabajadora, una jornada que invita a reflexionar sobre las diferencias de género que existen en el mercado laboral. Pese a los avances logrados en los últimos años, hoy las mujeres siguen ganado menos que los varones, y sufren los efectos de la precarización y la informalidad. En el país, varios gremios realizaron el habitual paro del 8 de marzo, y hubo una movilización en el Congreso, para exigir una serie de reivindicaciones y mostrar las diferencias estructurales que todavía existen, no sólo en lo laboral, sino en todos los aspectos. En este sentido, el INDEC difundió un informe donde puso en números estos problemas.
“La participación en el mercado laboral favorece la autonomía económica de las mujeres. Más allá de los importantes avances (en octubre de 1996 la tasa de empleo de las mujeres era de 32,8 por ciento), todavía hoy las mujeres participan menos en el mercado laboral que los varones”, afirmó el organismo de estadísticas nacional, que elaboró el trabajo con datos del censo del 2010. Esta participación menor se da pese a tener mayores niveles educativos, y redunda en ingresos menores. La pandemia potenció estas diferencias, en especial en sectores como el de salud, con una participación femenina mayoritaria, y en el reparto de las tareas domésticas.
El informe del INDEC da un pantallazo respecto de la participación de las mujeres trabajadores en el mercado laboral, tanto el formal como el informal. Según este trabajo, al que tuvo acceso Gestión Sindical, en la Argentina “siguen existiendo brechas estructurales con respecto a los varones, y entre las propias mujeres, en temas como inserción laboral, reparto de tareas domésticas y de cuidado, niveles de ingreso o acceso a puestos jerárquicos”.
“A pesar de alcanzar, en promedio, mayores niveles educativos que los varones, las mujeres siguen mostrando una menor participación en el mercado laboral y, cuando lo hacen, son más propensas a situaciones de subocupación horaria y desocupación”, agregó el informe. Esta menor participación, describe el INDEC, “se da en paralelo con una mayor presencia femenina en las actividades domésticas y de cuidado de niños y niñas al interior del hogar”. En este sentido, la llegada de la pandemia aumentó las diferencias, en el mercado laboral y puertas adentro de las casas.
“La pandemia incidió en la división de las tareas al interior del hogar”, dice el INDEC, que recalcó que el impacto del Covid-19 en los hogares del gran Buenos Aires mostró que “en aquellos con menores de 2 a 17 años fueron las mujeres quienes incrementaron el tiempo de dedicación a las tareas de apoyo escolar”.
Un caso testigo es el que se da en el sector salud, que tanta visibilidad ganó en esta pandemia, y que tiene un peso muy importante de trabajadoras. Según los datos oficiales, en este espacio como en los servicios sociales, 7” de cada 10 personas ocupadas son mujeres; y en el ingreso medio, la brecha de género es mayor en las ocupaciones no calificadas”.
En este sentido, el INDEC recalcó que el sistema sanitario, “por cada 100 pesos que gana en promedio un varón, una mujer gana 79; y entre las edades centrales de 30 y 64 años, mientras 8 de cada 10 hombres participa en el mercado laboral, solo 5 de cada 10 mujeres lo hace”. Un claro ejemplo de estos problemas se vive en el sector enfermería, considerado “la madre de todas las luchas del sector salud”.
“El 80 por ciento del personal de enfermería es mujer, y estamos absolutamente discriminadas, porque entre otras cosas cobramos hasta el 40 por ciento menos que las otras profesiones que están en el sistema de salud”, sostuvo Andrea Ramírez, enfermera del hospital Ramos Mejía de la Ciudad de Buenos Aires y referente de la Asociación de Licenciados en Enfermería (ALE). En diálogo con Gestión Sindical, aseguró que en CABA “se nos apartó del reconocimiento profesional, por eso estamos luchando por ingresar a la ley 6.035, que nos da además derecho a la capacitación y otros beneficios.
La ALE viene luchando para que el gobierno porteño reconozca a los y las licenciados en enfermerías, que no son incluidos en la norma, como sí otros profesionales, lo que marca la doble discriminación salarial de la que son víctima. Incluso Ramírez recordó que el bono que se pagó al personal sanitaria que trabajó en 2020 en la pandemia, la enfermería cobró el 50 por ciento.
“Somos prisioneros de un sistema sindical que es cómplice del gobierno macrista, y nos corren”, destacó la referente, en referencia a la convivencia de los gremios del sector con esta situación. Pese a esto, firmó que “la enfermería va a salir adelante, estamos sumando muchas compañeras de todos los hospitales, estamos creciendo dando un ejemplo de lucha, queremos que haya representantes en todos los centros de salud”. En este contexto, participaron junto a otras agrupaciones de trabajadoras de la salud en la marcha de este lunes 8 de marzo.
Las diferencias salariales, que se ven claramente en el sector salud, se trasladan a todas las áreas. En el último informe del Departamento de Estudios Estadísticos de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT) recalcó que el año pasado el salario bruto promedio del total de trabajadores de unidades productivas “fue de 67.650 pesos”, mientras el de las trabajadoras de unidades productivas “fue de 58.038 pesos, por lo que la brecha alcanzó al 16,4 por ciento”.
Al respecto se recuerda que el informe “tiene como universo de análisis a los trabajadores asalariados registrados y con cobertura”. Por otro lado, respecto a los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales el 67,3 por ciento del total de casos afectaron a la población de varones, mientras que el 32,7 por ciento involucró a una trabajadora mujer. En cuanto a quienes están por fuera de los convenios, los llamados trabajadores informales, el país tiene similares niveles entre hombres y mujeres, pero también el ingreso medio de las mujeres “en descuento” representa “el 70 por ciento del de los varones”.
Las diferencias laborales no son nuevas, y son parte de los reclamos que se vienen dando desde hace años en el marco del 8 de marzo, que se volvió una jornada con fuerte presencia sindical. En un documento titulado “Trabajadoras somos todas y todes”, el bloque sindical que forman la Corriente Federal de Trabajadores, la CTA de los Trabajadores, la CGT, la CTA Autónoma, la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT) expresaron una serie de reivindicaciones, en el marco de estas desigualdades que mostró el informe del INDEC.
“Estamos en los trabajos necesarios para cuidar, alimentar, curar, educar, investigar, acompañar, limpiar, vestir, transportar, producir. Somos esenciales de muchas maneras, tal como la emergencia sanitaria debería haberlo dejado claro. Trabajos que siempre son los más precarizados y peor remunerados, o carecen de remuneración”, afirmaron las centrales obreras y organizaciones sociales en su documento, al que tuvo acceso Gestión Sindical.
Los pedidos urgentes del sector apuntan a “superar el condicionamiento que impone la deuda que fue contraída de manera fraudulenta; poner coto a los grupos económicos que controlan la formación de precios y asegurar la recuperación del poder adquisitivo de salarios; remover los obstáculos que excluyen del empleo a mujeres y diversidades; y trabajo sin violencia ni acoso”.
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