Cresta Roja, símbolo de la “Macrisis”: de un ejemplo de reactivación al vaciamiento y la represión
La empresa avícola es la mejor muestra de cómo impacta en el sector productivo el modelo económico que impulsa el gobierno nacional. En abril de 2016 se prometió crear trabajo y reactivar la actividad, pero hoy los empleados denuncian vaciamiento. Este jueves la policía reprimió brutalmente a los cesanteados que mantienen un acampe. “La única respuesta que tenemos son balas y palos”, se quejaron.
Diego Lanese / Especial para Gestión Sindical
“No les da vergüenza reprimir laburantes”. Los trabajadores de Cresta Roja se enfrentaron cara a cara a los efectivos de Infantería de la Policía Bonaerense, que en la tarde del jueves llegaron a la sede de la Planta 2 en el partido de Esteban Echeverría para desalojar el bloqueo que los despedidos realizaban al frente de la fábrica. Desde hace unos días, los cesanteados de la firma levantaron un acampe en el lugar –Avenida Fair al 2.800 –y denunciaron el vaciamiento de la firma, por parte de los nuevos propietarios, la empresa Tres Arroyo.
Para evitar que ingresen y salgan camiones, muchos de los manifestantes se tiraron frente a ellos, incluso arriesgando sus vidas. Luego de liberar las puertas de entrada, los efectivos reprimieron a los manifestantes, que comían al costado del camino. Con bales de gomas y gases, corrieron varios metros a los empleados, que volvieron al lugar y reivindicaron sus reclamos.
Así estamos y resisteremos hasta q ntros derechos se hagan efectivos, nadie debe avasallarlos!
No puede ser q un grupo de empresarios manejen una empresa q no compraron a su antojo ¿Dónde está la justicia? Dónde esta Valeria Perez Casado? 3años esperamos ntras flias no pueden más pic.twitter.com/riYxR9SAKG— CrestaRojaTrabajador (@CrestaRojaLucha) December 5, 2018
Las imágenes son similares a las que se vieron en otros hechos similares, y poco tienen que ver con las promesas que el propio presidente de la Nación, Mauricio Macri, hizo en abril de 2016, en las puertas de la planta, la misma que ayer fue escenario de la brutal represión.
“Que Cresta Roja esté funcionando tiene que ver con esta nueva etapa de la Argentina”, sostuvo el primer mandatario, acompañado de la gobernadora María Eugenia Vidal.
Esas palabras poco tienen que ver con la realidad: una planta que comenzó a faenar con
apenas 80 operarios, más de mil cesanteados que no cobraron sus indemnizaciones ni salarios caídos, y un intento de la nueva administración de trasladar material de producción a Capitán Sarmiento.
“Que vengan los dueños y den la cara”, el dramático pedido de uno de los empleados, prácticamente debajo de las ruedas de un camión en la tarde de ayer.
Pese a la violenta represión, los trabajadores de Cresta Roja mantienen el acampe en la planta de esteban Echeverría. Sin diálogo con las autoridades de Wade, sueña de Tres Arroyos (que se hizo cargo de la administración luego que se retirara el consorcio Proteinsa, primero gerenciadores luego de la reapertura), se mantiene la medida de fuerza, en un clima de militarización y tensión.
“Seguimos en el acampe, pese a la represión, porque no tenemos una sola respuesta a nuestros reclamos”, sostuvo Carlos, uno de los manifestantes. Por el momento, os cesanteados están al costado del camino, donde tienen una precaria cocina, donde preparan las ollas populares que compartes con los vecinos, y unos precarios colchones donde duermen. “Hace casi tres semanas que estamos pidiendo que nos atiendan, pero la única respuesta que tuvimos fue mandar la policía a corrernos a palazos”, dijo el empleado, en diálogo con Gestión Sindical.
Postales de desesperación de los laburantes de #CrestaRoja esta mañana.
Argentina, diciembre de 2018. pic.twitter.com/2aIwEWa27B
— Revista Cítrica (@revistacitrica) December 6, 2018
Luego de la violencia de este jueves, la presencia policial se triplicó, y cada vez que se acerca un camión se arma un cordón policial para que pueda entrar y salir sin inconvenientes”.
La del jueves fue la tercera represión desde que estalló el conflicto. La primera fue en un intento de corte de los accesos al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, cuando personal de Gendarmería avanzó contra los manifestantes, hiriendo a varios. Además, En mayo de este año una protesta en el Obelisco porteño también terminó con el avance policial sobre los trabajadores.
“Es la única respuesta que nos dan tanto desde el gobierno como de la empresa: balas. Nos atacan porque saben que no vamos a bajar los brazos, que vamos a pelear hasta que nos respeten nuestros derechos”, agregó Carlos. Esta decisión hizo que en estos días, cuando comenzaron a circular versiones de un posible vaciamiento de la planta, muchos empleados se tiraran frente a los camiones para evitar que salgan del lugar.
“Los compañeros que están trabajando nos dijeron que estaban desarmando líneas de producción y embalando material. Para que no vacíen la planta empezamos el boqueo”, explicó Carlos. Hasta la llegada de la policía, los camiones eran interceptados. “No nos mueve nadie, alguien tienen que venir”, se escuchó decir a unos de los cesanteados, tirado frente a las ruedas de un imponente acoplado.
La historia de Cresta Roja es, según sus trabajadores, la de una estafa. De las promesas de reactivación a este presente de acampes, balas de goma y trabajadores durmiendo en el piso tapados por cartón no pasaron ni tres años.
Las palabras de Macri en su segunda visita al lugar, cuando además anunció el veto de la ley “anti despidos” aprobada días atrás por el Congreso, parecen ecos vacíos de una realidad que nunca terminó de cumplirse. Ese día también se militarizó el lugar, y muchos de los cesanteados no pudieron ingresar al lugar. Un empleado recordó que ese día el presidente habló con algunos de los trabajadores, cuando pudieron pasar el grueso cordón policial.
“No se olvide de los que no están trabajando”, le dijo uno de los empleados a Macri. Dos años después, esos mismos empleados están en la calle, peleando por sus puestos. De las promesas de “generar trabajo” que hizo el presidente, no queda nada.
La frustrada historia de Cresta Roja se remonta a la entrega de la administración a Proteinsa, un consorcio de tres firmas que no logró reactivar la producción, y se fue con millones de cheques sin fondos emitidos, y el ingreso a concurso preventivo de acreedores de una de las empresas.
Tres Arroyos se hizo temporariamente cargo de la conducción, y debe pagar parte del canon. La promesa de reactivar las plantas fue la carta de presentación, y a fines de noviembre se anunció el reinicio de la faena, pero con una dotación mínima de trabajadores, lo que generó la protesta y el acampe. En esta cronología también tuvieron un rol los gremios que tienen representación en Cresta Roja.
Desde hace un tiempo existe una interna que mantienen el sindicato de la alimentación (STIA) y el de la carne generaron cortocircuitos durante este largo conflicto. El primero fue acusado de “no respetar las bases”, y evitar un plan de lucha.
“Dónde está el gremio”, se escuchó gritar a uno de los despedidos en medio de la represión. Según pudo saber Gestión Sindical, ante la falta de apoyo de los gremios se convocará a “agrupaciones de bases, despedidos de otras fábricas de la zona y movimientos políticos y sociales para realizar una gran manifestación, porque necesitamos estar unidos”.
El encuentro será el próximo lunes. Durante el fin de semana, el acampe tendrá una presencia mínima, ya que muchos volverán unos días a sus casas, luego de la represión y el cansancio de casi tres semanas de protesta.
Cuando decisión vetar la ley “anti despidos”, Macri usó el ejemplo de Cresta Roja para justificar la medida. “Hoy más de 1.000 personas han vuelto a trabajar en esta planta y van a ir multiplicándose de a cientos en los próximos meses”, dijo el mandatario, en tiempos que la economía todavía le permitía decir alguna de estas cosas.
La promesa nunca se cumplió. No hubo diálogo, no hubo recuperación. Los meses pasaron, la situación empeoró y hoy está en un momento de quiebre. La bronca de los cesanteados y los vecinos, que debieron soportar los gases lacrimógenos en sus casas, no tiene respuesta de ninguna autoridad.
“Por tres semanas el subcomisario de El Jagüel fue el único que se acercó al acampe a decirnos lo que le planteaba algún fiscal”, reconoció Carlos. El lunes comenzará otro capítulo de esta lucha, que habla de tesón y promesas incumplidas, de angustia y mentiras. Habla de una Argentina que prometió cambiar, y lo hizo. el problema que a ese nuevo país no están todos invitados.
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