Una familia argentina necesitó a fines del año pasado un salario promedio de 15.500 pesos mientras que cuatro meses después, se encontró con que requería $17.000.
Según el Instituto de la Investigación Social, Económica y Política Ciudadana, una familia necesita casi 17 mil pesos para no caer en la pobreza y abastecerse con la canasta básica más elemental.
Solo en cuatro meses, la misma superó un 10%, por lo cual la meta inflacionaria puesta en un 15% para todo el año, comienza a resquebrajarse.
“En diciembre una familia de cuatro personas necesitaba 15.400 para cubrir sus gastos mensuales. En abril de 2018 estamos en casi 17 mil. Eso quiere decir que se necesitan 1.543 pesos para llegar a fin de mes”, dijo para FM CIELO (103.5), Isaac Rudnik del Instituto de Investigación Social.
El relevamiento se lleva a cabo la tercera semana de cada mes, pero en las estipulaciones de abril no figuró el aumento que la suba del dólar significará para nuestra economía.
Es decir, que si para abril ya se registra un 10% de aumento de la canasta básica, en mayo la situación seguirá empeorando.
Según explicó Rudnik, algunos productos como frutas y verduras aumentaron hasta un 25%. Además, huevos, pollos y carnes son una de las producciones más afectadas por el aumento del maíz, el alimento más importante para aves y porcinos.
Precisamente el maíz está atado a la suba del dólar, por ser un producto de exportación.
Ante esto, el aumento será inminente para harinas y derivados, como el pan, que durante los últimos meses llegó a aumentar un 22%. Lo mismo que artículos históricamente económicos, como la polenta.
“La experiencia nos dice que generalmente los alimentos no bajan”, reconoció el especialista para “Todo No Se Puede”.
A su vez, explicó que “hay una reorientación oficial del aumento escalonado de las tarifas”, por lo cual es “difícil que bajen los costos de la mayoría de los productos básicos”, ya que al aumentar la luz, el gas y el agua, también aumenta el proceso de producción de los alimentos. Sin contar el aumento del combustible, que también afecta de lleno a la producción por ser indispensable para su transporte.
“El gobierno no plantea ni siquiera llegar a una situación donde los alimentos no aumenten, sino que la inflación se va a desacelerar”, dijo Rudnik.
Esto se explica debido a la experiencia inflacionaria que se transita desde que asumió Mauricio Macri en el 2015.
Durante su primer año de mandato, en 2016, la meta de inflación fue de un 15, cuando terminó en cerca de un 40%.
En 2017, la meta fue de 17 y la inflación cerró en 25%. Y finalmente para este 2018, el gobierno nacional insiste en estipular un 15% de inflación, cuando solo en los primeros cuatro meses del año, la misma ya llegó al 10%.
“Hay una política fundamentalista del libre comercio, una renuncia absoluta a cualquier tipo de regularización que permita tener una visibilización de los costos, aunque sea para los alimentos básicos para una familia”, indicó el vocero del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana.
Para Rudnik, la política del gobierno para reducir la inflación se basa en “reducir la capacidad del consumo”.
Cuanto menos dinero circulando en los bolsillos de la gente, menos consumo y con esto, menos inflación. Sin embargo, consideran que la consecuencia es un evidente “empobrecimiento general del conjunto de la población de los sectores medios y más vulnerables”.
Parráfo aparte es el caso de las paritarias, que se mantienen debajo de un 15% cuando mes a mes la realidad muestra que la inflación le ganará al salario.
Para cerrar, Rudnik contó que el aumento de las tarifas que sostiene a raja tabla el gobierno nacional y los gobiernos provinciales como el de María Eugenia Vidal, son una política clara para planificar esa reducción del consumo.
Y advirtió que solo en las primeras semanas de frío, una familia tipo está gastando cerca de 500 pesos de gas. “En invierno las familias pasarán de pagar 500 a 2000 mil de gas”, manifestó.
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