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Balance 2016: de la unidad de la CGT a la pelea por Ganancias, los momentos que marcaron al sindicalismo

30. 12. 2016

Como cierre del año, Gestión Sindical repasa los eventos que marcaron la actividad sindical. La unidad de la CGT luego de ocho años de fractura fue uno de los puntos salientes. La pelea por Ganancias y la emergencia social, dos triunfos con matices. Los despidos y la caída del salario real, lo peor del 2016 que termina.

Diego Lanese / Especial para Gestión Sindical

El 2016 no fue un año más. La llegada del frente Cambiemos al gobierno marcó un desafío en materia política, un cambio de paradigma luego de 12 años de una forma de gestionar y gobernar. No fue fácil a los diversos sectores acomodarse a esta realidad, en un contexto económico complejo. En materia sindical, el año estuvo marcado por los conflictos. Los despidos en el Estado, que luego se trasladaron rápidamente al sector privado, volvieron a ser una variable, que condicionaron la actividad de los gremios. Además, el 2016 será recordado por la nueva unidad de la CGT, que consensuó un triunvirato conductor, pero lejos de unirse para enfrentar al gobierno lo hizo para negociar, más de la cuenta según sus críticos.

Además, el año que termina fue el de la vuelta de la Marcha Federal, donde las dos CTA recordaron aquellas míticas jornadas de lucha contra el menemismo, que se reeditó con un acto multitudinario en Plaza de Mayo. En este escenario, los trabajadores precarizados dieron un paso al frente, y a través de su propia central obrera pusieron el drama del trabajo en negro en la discusión. Su movilización, junto a la CGT, logró que el Congreso apruebe la emergencia social, y entregue a estar organizaciones unos 30 mil millones de pesos en ayuda por tres años. Estos, entre otros, marcaron el año, y Gestión Sindical repasa su cobertura y análisis.

Despidos y caída del salario

El año comenzó con un nuevo gobierno, y una masiva sangría en el Estado. Durante enero la mayoría de los ministerios cesantearon a miles de empleados públicos, cuyos contratos vencían o eran temporarios. Con el argumento de terminar con los “ñoquis”, se lanzó una fuerte ofensiva contra el empleo estatal. Enero fue el mes del inicio de la crisis. Según los datos recogidos por el sitio web Despidómetro, los despidos ese mes en el sector público alcanzaron los 21.185, con casis críticos como el de la Municipalidad de La Plata, con 4.500 despidos. Después de ese caso, hubo 1.992 despidos en el Senado nacional. Le siguen otros tres casos municipales: la comuna de Posadas con 1.500, la de Lanús con 1.200 y la de Malvinas Argentinas con 1.000. “Lo que hay además es un espíritu de desarticular organismos estatales. Están tomando el Estado por asalto, nosotros tenemos derechos y obligaciones, y las vamos a cumplir”, sostuvo en esos días Juan Manuel Sueiro, secretario Adjunto de ATE Capital Federal.

Los despidos se trasladaron rápidamente al sector privado. La industria metalúrgica, la construcción y el sector petrolero fueron castigadas, con reclamos multitudinarios. Según un trabajo del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) los despidos y suspensiones en el área superaron los 230 mil, con cifras contundentes: durante el primer año de Cambiemos en el gobierno nacional hubo 650 trabajadores despedidos o suspendidos por día. La crisis del empleo en cifras cierra el 2016 con cifras en alza: 122.802 despidos en el sector privado y 70.115 en el sector público, casi 193 mil pérdidas de trabajo solamente en los sectores registrados (en blanco). Si se tomara en cuenta los sectores informales, el cálculo más conservador lleva la cifra total de destrucción del empleo en tan sólo el último año a más de 300 mil, según el CEPA.

En cuanto al salario, la caída alcanza a casi todos los trabajadores conveniados. Según el Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma. ela caída del salario real ha sido la más importante desde la crisis de 2002. “En el agregado de los primeros nueve meses del 2016 la variación negativa fue del 5,6 por ciento, principalmente como consecuencia del fuerte retroceso en el segundo y el tercer trimestre, que registraron caídas del 7 por ciento y 8,6 por ciento respectivamente”, confirmó un informe de la entidad. En términos porcentuales, subrayó el trabajo, las caídas registradas en estos dos trimestres “fueron las más profundas desde la crisis del año 2002”. Asimismo, en términos absolutos “el salario real se encuentra en los niveles más bajos desde el año 2010”.

Habemos unidad

Desde que en 2008 Luis Barrionuevo pegó un portazo y formó la CGT Azul y Blanca, la central obrera estuvo dividida. la fragmentación se profundizó en 2012, cuando Hugo Moyano y sus gremios rompieron con el oficialismo y dejaron el espacio en tres pedazos. Con Mauricio Macri en el gobierno, comenzó el proceso de unificación, que luego de muchas negociaciones se dio el 22 de agosto, con un congreso normalizador que aprobó un triunvirato conductor, que desde ese momento representa al movimiento obrero organizado. La mayoría de los gremios aprobó que Juan Carlos Schmid, Carlos Acuña y Héctor Daer sean las caras de un consejo directivo que intentó conformar a todos los grupos y subgrupos internos. Quedaron afuera los integrantes de la Corriente Federal de Trabajadores, que lidera el bancario Sergio Palazzo, aunque no rompieron con la central. Los que si se quedaron afuera del nuevo armado fueron los sindicatos alineados con Gerónimo Venegas –el dirigente más cercano al oficialismo –y el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA).

“Lo más importante es que logramos la unidad, pese a las diferencias, porque se vienen tiempos difíciles. Dimos una demostración que los intereses de los trabajadores están por encima de los intereses personales”, sostuvo ese día Hugo Moyano, que luego de varios años dejaba la conducción de la CGT. En esos días ya se hablaba de un paro para intentar frenar los despidos y cambiar el rumbo económico. Esa idea fue la que marcó las diferencias internas de la nueva central: los dialoguistas que sostiene que una buena relación con el gobierno nacional garantiza resultados, y los paristas, que reclaman medidas de fuerza para obligar a realizar cambios. Durante todo el año, fueron mayoría los que sostienen la primera postura.

Desde afuera, las críticas al proceso de unidad no se hicieron esperar. . “Un triunvirato no es unidad”, dijeron desde el MASA. “Los representantes sindicales teníamos una oportunidad muy grande, sobre todo por la situación que está atravesando el país, y eso merece tener una CGT fuerte, unidad y responsable, y que no negocie los intereses de los trabajadores”, le dijo a Gestión Sindical Sergio Sasia, líder de la Unión Ferroviaria.

Marcha Federal

Durante todo el año las dos versiones de la CTA estuvieron en la calle contra la mayoría de las políticas del macrismo, acercando posturas entre sus dirigentes, que se habían separado en 2010 luego de las fallidas elecciones y una mirada muy opuesta al kirchnerismo. Rápidamente, Hugo Yasky y Pablo Micheli acordaron varias medias en conjunto, incluso con la CGT, en una unidad en la acción que no dejó de generar polémicas. Luego de una serie de actividades, se decidió marchar por tres días en todo el país, y llegar el 2 de septiembre a Plaza de Mayo, para coronar su Marcha Federal. Como en la década del 90, las columnas llegaron para reclamar un cambio de políticas económicas, y para marcar terreno dentro del sindicalismo. Si bien la CGT no adhirió, dio libertad a sus gremios, y en la movilización se pudo ver a sector radical de la central: Pablo Moyano, integrantes de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) y de la Corriente Federal.

“Hablan de traer el cambio en la Argentina, y lo que están haciendo es profundizar el ajuste, piden tiempo pero para transferir recursos a las mineras o el gran capital concentrado del campo tienen una velocidad pasmosa. Cuando tienen que reabrir paritarias, que firmaron con los maestros, comienzan a poner peros, y pretenden que los trabajadores aceptemos gratuitamente, sin luchar, que nos rebajen el salario”, aseguró en su discurso el titular de la CTA Autónoma. “Acá estamos, con unidad y lucha, venimos a decirle que vamos a estar en la calle cada vez que quieran meternos la mano en el bolsillo. Ajuste las pelotas”, agregó. Por su parte, Yasky cerró la jornada, y dijo sentirse “orgulloso” de todo lo realizado en estos tres días. “Los trabajadores dimos una lección de dignidad, fuimos capaces de salir de todo el país a pesar de los aprietes”, inició el docente, que recordó que una de las columnas salió del penal donde está detenida Milagro Sala, “rehén de la oligarquía jujeña, y símbolo de nuestra lucha”. “Tenemos Patria, tenemos dignidad, estamos de píe y tenemos historia, somos la Argentina que no se rinde”, sostuvo.

Esta unidad le trajo problemas a Micheli. Este año se profundizó las diferencias internas en su central, al punto que se cierra el año con un virtual quiebre, ya que el sector “rebelde” lanzó una sede propia, y aísla la conducción del dirigente. Los caminos de Micheli y el resto de la dirigencia comenzaron a tomar direcciones diferentes ya en la previa a las elecciones del 2015, cuando gran parte de la dirigencia apoyaba la candidatura presidencial de De Gennaro. Por esos días se especuló con un cargo legislativo para Micheli, junto a Margarita Stolbizer, que en ningún momento apoyó al frente formado por el resto de sus compañeros. La pelea se profundizó con las elecciones nacionales de ATE, cuando ambos espacios decidieron competir por separado en Capital Federal, permitiendo el triunfo del sector vinculado al kirchnerismo.

El avance de los precarizados

Uno de los hitos sindicales de este año se escribió en noviembre, cuando miles de precarizados marcharon junto a los trabajadores formales para reclamar la declaración de la emergencia social. Allí, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y otros sectores se movilizaron junto a la CGT, y reafirmaron una alianza que había comenzado el 29 de abril, cuando se festejó el Día de los Trabajadores. Por año, los sectores precarizados fueron cuanto menos excluidos de la agenda oficial del movimiento obrero, y con esta movida tuvieron un reconocimiento inédito. “Este es el primer paso de un largo camino”, aseguró Juan Carlos Schmid, encargado de hablar por el triunvirato cegetista y quien cerró el acto. El dirigente afirmó que “estamos ante un hecho trascendente, forjando una hermandad común entre la CGT y los movimientos sociales”.

“Esta es la verdadera democracia, la que discutió en cada barrio, en cada fábrica esta actividad”, afirmó Esteban Castro, de la CTEP. Marcando su origen político, Castro recordó los 44 años de la vuelta de Perón al país, y afirmó que “al general lo trajimos de vuelta los trabajadores”. “Nosotros somos trabajadores, no queremos construir una nueva CGT queremos estar todos en una única central”, remarcó el dirigente, uno de los temas que más se habló en los encuentros previos entre las partes. “Queremos la registración, queremos blanquear a ese 40 por ciento de trabajadores precarios, pretendemos un salario complementario, por eso apoyamos la ley”, sostuvo Castro. La movida tuvo como respuesta el acuerdo político que permitió declarar la emergencia social, entregar 30 mil millones de pesos en tres años al sector e incorporar a los precarizados a la agenda del movimiento obrero.

La pelea por Ganancias

E año cerró con la nueva ley de Ganancias, que acordaron los integrantes de la CGT con el gobierno nacional y varios bloquees de la oposición. Luego del proyecto aprobado en diputados, las negociaciones con gobernadores y el visto bueno de la dirigencia gremial logró consenso para darle forma a una reforma menos drástica y más acorde con las pretensiones del oficialismo. La flamante ley establece que el mínimo no imponible llegará a 37 mil pesos brutos para trabajadores casados con dos hijos y a 27.941 para los solteros. También se modificarán las alícuotas para los trabajadores que ingresan por primera vez a Ganancias: será de 5 por ciento (hoy es de 9 por ciento). Además, se mantiene la deducción por cónyuge y se incluye una nueva por el pago de los alquileres de vivienda familiar, mientras que el plus que reciben los trabajadores por feriados y días no laborables quedará exento, y las horas extras realizadas un día habitual pagarán Ganancias pero no alterarán la escala en la que está alcanzado el trabajador.

Días antes, se produjo la primera protesta protagonizada por la poderosa CATT, que vienen reclamando por el tema Ganancias, y que fue el motor de los dos paros nacionales que se le hicieron a la administración de Cristina Fernández de Kirchner. A lo largo del lunes 18 de diciembre, los principales referentes de la CATT estuvieron en diversas asambleas, y mostraron su tono crítico, tanto por el proyecto que busca aprobar el gobierno como por el manejo que se hace desde la oposición. “El impuesto al salario no debería estar contemplado, porque además es violatorio del contrato electoral: todas las fuerzas políticas, no únicamente Macri, dijeron en su campaña que iban eliminar este impuesto distorsivo, sostuvo el titular de la CATT e integrante del triunvirato de la CGT, Juan Carlos Schmid, quien encabezó junto a Pablo Moyano una de las asambleas por la mañana. El dirigente recordó que “a un año del gobierno, esto no se ha tocado, y en forma desprolija, tarde y mal, se ha presentado al final del año”.

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